9.4.05

Aladro

Este fin de semana, si no hay más dilaciones, se celebrará por fin en Alcañiz el campeonato provincial de arada. Los aficionados ya se frotan las manos porque se supone que habrá de competir el piloto local, Luis Egea, que ganó el año pasado en Sariñena el título nacional de mejor arador joven. Se comenta, sin embargo, que ni los potentes cultros Kverneland ni el duelo de escuderías entre Fergusson y Deere son reclamo suficiente para el público, y eso que siempre es muy entretenido ver a la gente trabajar, pero la poderosa pedorrera de los tractores no emociona tanto al público dominguero como los jóvenes que arrean a las bestias con la tralla. En esas otras competiciones con tracción de sangre, las rejas se embarbascan de raíces y hay que usar la béstola para limpiarlas, y eso añade incertidumbre al duelo. La pericia moderna de los tractoristas seduce menos que los membrudos ancones de los mulos cuando estallan en el aire las blasfemias. Es más bella la mano en la esteva que al volante, más hermosos los dentales de madera que el timón de acero, qué le vamos a hacer.
Las palabras raras son más bellas si están en la memoria colectiva que si proceden de un manual de maquinaria. Con un tractor Kubota no les puedes decir a los turistas que el concurso es una tradición tan antigua como el tiro y arrastre valenciano, cuando en efecto lo es, y Luis Egea en el bancal es como los robustos serranos de Góngora, que compiten por que al año que viene “de un rubio mar de espigas, inunde liberal la tierra dura”, por más que ya no domen estos mozos olmos tiernos con que armar la cama del aladro, como recomienda Virgilio, ni dominen el idioma de las yuntas.
Ojalá Luis Egea pudiera ir al campeonato del mundo que se celebrará en setiembre en Praga, pero como reclamo del concurso serio va a haber que usar a este paso alguna de esas otras ceremonias etnográficas que gustan tanto a los profanos. Total, basta con que hagas dos años seguidos la misma fiesta para que se convierta en un rito de toda la vida, y de paso el público se aficione a los deportes de la tierra.