8.10.05

Linde

La gente pleitea por las lindes y por los dioses. De lunes a sábado, teme que el vecino le rebañe un palmo de bancal con el aladro, y el domingo hace votos para que los demás no puedan ser más felices que él. La inmensa mayoría de los países europeos fijaron sus fronteras cuando dejaron que cicatrizasen las heridas en el mapa, no porque las líneas que marcaban las costuras fuesen justas sino porque eran el resultado de una guerra espantosa o de una maniobra diplomática. Uno de los primeros cometidos de la poesía fue crear mitos que justificasen históricamente esas fronteras, que sirviesen para envalentonar soldados adolescentes y para enardecer el sentimiento patrio de quienes aguardaban su muerte desde casa. Toda la tierra era tierra conquistada, toda tenía dueño.
El afán de perpetuidad de aquellas conquistas ha rellenado el frasco de la autoestima de quien no se bastaba consigo mismo. No hay criterio menos igualitario que el del privilegio de la herencia, que está en el tuétano de todos los nacionalismos, siempre y cuando la herencia sea rentable. Los ceutíes se sienten españoles del mismo modo que los gibraltareños se sienten británicos; unos vascos se sienten franceses por la misma razón por la que otros vascos no se sienten españoles; los extremeños no son nacionalistas por la misma razón por la que los catalanes sí lo son. Los ultraconservadores se pasean por la calle como Pedro por su casa, la que le han legado por la jeta sus antepasados, y eso sucede por la misma razón por la que todos los dirigentes políticos nacionalistas tienen apellido autóctono, como un sello de denominación de origen que indica al forastero quién es el legítimo heredero de la tierra que pisan los dos.
Los que somos de secano no entendemos que pueda haber un nacionalismo de izquierdas en países ricos. Todo nacionalismo es de derechas. No son más que lindes, herencia y tierra poseída. No sé de qué van a hablar en el Congreso a propósito del nuevo estatuto catalán, pero sí sé que deberían hablar de lindes, de cuáles son los lindes precisos que separan la derecha de la izquierda. Fijadas esas fronteras, que cada cual adore al dios que le dé la gana.

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