21.4.06
Río, 1
Las divisiones administrativas que no tienen en cuenta los cursos de los ríos se exponen a inacabables conflictos territoriales. En España son pocas las provincias cuyas tierras pertenecen a dos o más cuencas hidrográficas distintas. En general son rincones, cabeceras de regatos, hilillos de otro lugar: burgaleses de Medina de Pomar, abulenses de El Tiemblo, sorianos de Arcos de Jalón, alicantinos de Guardamar o manchegos de Valdeganga.
Estos casos son anecdóticos y no creo que nadie tenga mayor interés en ajustar las fronteras a las vegas. Pero hay otros más llamativos. Los del Bierzo dicen que ellos, en todo caso, son gallegos, no leoneses ni mucho menos castellanos, y basta que te digan buenos días para que lo entiendas; la verdadera razón es que son el país del Sil, del Miño, no del Duero.
El caso de Navarra, estos días muy nombrada, es más claro y más complejo. El país del Bidasoa no tiene nada que ver con la ribera del Ebro. Los de Lesaka son más vascos que las txapelas y los de Cintruénigo suenan medio mañicos. La provincia entera está, hidrológicamente hablando, partida en dos. Ni siquiera el río Irati, que también acaba en el Ebro, parece suturar las dos culturas.
Cuenca está regada por el Júcar, salvo la sierra de Tragacete, que sin embargo es nada menos que la cabecera del Tajo, lo cual ha influido en que Cuenca prefiera dejarse llevar hacia La Mancha que descender abruptamente en el Mediterráneo. En realidad sus dominios pertenecen a tres cuencas, como sucede también en la mancha seca de Albacete, aunque allí la identidad hídrica viene ya canalizada.
Y el otro caso de tres cuencas es Teruel. Aparte de los pueblos por donde mana el Tajo, el sur abastece al Turia, o sea a la confederación del Júcar; el noroeste, mediante un subafluente no muy caudaloso, el Jiloca, forma parte, técnicamente hablando, del valle del Ebro, así como las cuencas del Martín y el Matarraña, por más que estas vayan a parar a Mequinenza, es decir, a un Ebro que habla catalán. Cuando hablamos de identidades, de vínculos históricos y emocionales, pocas veces hablamos de paisajes. Cuando nos quejamos de la imposible comunicación entre los territorios, pocas veces miramos el mapa.
Interesante tu teoría de los ríos pero se podría combinar con las montañas. Soy de la parte de Cuenca serrana y en mi pueblo tenemos el río Guadazaón que desemboca en el Cabriel. Sus aguas van al mediterráneo y se me hace difícil pensar que soy de Castilla- La Manchega, pero más difícil aun ser Valenciana. Sin embargo los montes de Teruel que se ven en la lejanía me hacen esa tierra más próxima y hermana por el paisaje y por el frío.
ResponderEliminarSer valenciano/a es fácil. La prueba es que hay millares de ellos/ellas.
ResponderEliminarY el Cabriel es nuestro, como tantos otros. !Hale!