16.1.07

Estratagema


“Cuando se advierte que el adversario es superior y se tienen las de perder, se procede ofensiva, grosera y ultrajantemente; es decir, se pasa del objeto de la discusión (puesto que ahí se ha perdido la partida) a la persona del adversario, a la que se ataca de cualquier manera”. Así empieza la estratagema final en la Dialéctica erística de Arthur Schopenhauer, escrito hace siglo y medio y publicado en español modernamente por una editorial de marcada orientación cristiana. La erística es, en palabras de su autor, “el arte de discutir, pero discutir de tal manera que se tenga razón tanto lícita como ilícitamente, por fas o por nefas”.
A lo largo de 37 estratagemas (más la estratagema final), se nos exponen todos los trucos dialécticos habidos y por haber para exagerar un presupuesto falso, tomar palabras en sentido torticero, darle la vuelta a los argumentos, provocar la irritación del adversario, triunfar con razones absurdas o mofarse de cualquier intento de razonar. El manual parte de una base: la verdad no es lo que más interesa ni lo que más impresiona a la gente; como dice Séneca, “cualquiera prefiere creer a discurrir”. Para el vulgo, nos dice Schopenhauer, es más importante un chiste que una reflexión, más fiable un insulto que una súplica; la gente olvida los razonamientos estrafalarios nada más oírlos, y sólo se queda con un recuerdo del placer morboso que le produjeron. Las estupideces son útiles si hieren al enemigo, y como son útiles son verdaderas.
El Partido Popular se sabe tan bien este libro que él solo se basta para utilizar las armas del adversario. En la estratagema final, después de invitarnos al ataque despiadado y sin cuartel a base de insultos y silogismos estrambóticos, se nos dice que la única respuesta posible a este ataque pasa por tratar al adversario de tonto, de poco inteligente, de incompetente. Es decir, Rajoy utilizó el martes, al llamar incompetente a Zapatero, la estrategia que Zapatero debía haber utilizado contra Rajoy el lunes, cuando Rajoy salió con aquella melonada trágica de las bombas que no estallan, de la paz culpable.
Zapatero, a todo esto, parece regirse por la máxima de Temístocles: “¡pégame pero escúchame!”, algo que sólo funciona si quien tiene que juzgar la discusión obra movido por escrúpulos morales. Esto es lo que se resolverá en las próximas elecciones, si el desprecio de la lógica es o no una cuestión moral. La cosa, de momento, está bastante liada, porque los votantes piadosos aceptan comportarse despiadadamente y los votantes impíos muestran por el adversario una piedad sin límites.

4 comentarios:

  1. Anónimo10:12 p. m.

    Fuí tu alumno hace tropocientos años. Me enamoré de tu perfume, ¿cuál es?.

    Aprendí a saborear a Baroja. Gracias. Un abrazo.

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  2. Anónimo12:50 p. m.

    Es cierto, la gente se queda con el precio del café, o con lo que gana Rajoy. Lo demás, lo olvida.

    Fíjate que yo creo que los socialistas también conocen el libro de Shopenhauer. Es más, creo que muchos Blancos lo tienen de cabecera.

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  3. Anónimo5:28 p. m.

    No sabes cómo me gustaría que, democráticamente, me publicaras el mensaje que anteriormente envié. Ya sé que va en contra de tu tesis, pero la democracia es éso, ¿o no?

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  4. Disculpa el retraso en publicar tu comentario. Es cosa del moderador, que está permanentemente activado. Algún botón debí tocar.

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