Donde brotan las yemas, mediada la corteza,
y rompen sus delicadas túnicas, se hace
en el nudo mismo muy estrecha cortadura;
de otro árbol por allí un pimpollo se entremete
y al crecer se endereza en el húmedo albor.
O, al contrario, se dejan los troncos sin nudos
y a cuña en lo duro una raja profunda
se abre y penetra de esquejes fecundos,
y no es mucho el tiempo en que un árbol robusto
con ramas feraces se yergue hacia el cielo,
y su nueva fronda admira, sus extraños frutos.
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