6. Variedad de uvas y de árboles frutales. 83-108
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No hay solo una especie de olmo poderoso,
ni sauce ni azufaifo, ni entre los cipreses
de la montaña Ida, ni las pingües olivas
salen con pinta igual, que hay gordales y hay picudas,
y también amargas bayas tempranas; distintos
son los huertos de Alcino, los árboles frutales,
ni el plantón de las peras crustumias es el mismo
ni el de volemias gordas ni el de tarentinas.
Y no cuelga igual vendimia en nuestras cepas
que Lesbos del sarmiento recoge metimneo.
Están las vides tasias y las blancas mareótidas,
buenas son éstas para tierras gruesas, y aquéllas
para las más ligeras, y está la uva psitia,
para el vino de pasas la más recomendable,
y la pequeña lágea, que hará, en su tiempo,
que se trabe la lengua y tropiecen los pies,
y la uva temprana y la tinta, ¿y de qué modo
hablaré de ti en este poema, oh uva rética,
sin medirte a Falerno aún con sus bodegas?
Y están de recios vinos las amíneas, viñedos
que al rey avasallan del Tmolo y al Faneo,
y la blanquilla, uva de todas la más menuda,
con la que no podría competir ninguna otra
ni en caudal del mosto ni en vejez del vino.
No, uva rodia, no he de pasarte por alto,
grata entre los dioses como entre los postres,
ni a la de los racimos grandes, a ti, bumaste.
Mas no hay cifra que abarque las muchas variedades,
los nombres de las uvas, ni contarlos importa.
El que quiera saberlo pregunta por los granos
de arena que el viento mueve en el mar libio
por las olas que rompen en las costas de jonia
¡Eso es poesía!, ¡coñe!, con talento, con la sustancia, el cuerpo y el aroma necesario para acallar hambre y sed.
ResponderEliminar¿Se nota que me gusta mucho?
J Carlos Navarro.