Geórgicas, III, 474-566
Final del libro III
Aquí,
en otro tiempo, por corrupción del cielo,
un brote hubo de peste que mueve a compasión,
los
días de otoño ardían de calor,
y llevó
a la muerte a toda la cabaña,
doméstica
y salvaje, y la sangre podrida
inficionó
los lagos, envenenó los pastos.
No
había solo una manera de morir;
si la fiebre
ardiente, metida entre las venas,
había
atrofiado los miembros miserables,
manaba
otra vez abundante la pus,
la cual
poco a poco les iba corroyendo
los
huesos estragados por la enfermedad.
A
menudo, en mitad de una ofrenda a los dioses,
estando
ya la víctima de pie junto al altar,
caía
moribunda mientras le ajustaban
la
ínfula de lana con guirnalda nevada,
entre indecisiones
de los que oficiaban;
o bien,
si el sacerdote se había adelantado
a
inmolar alguna con el hierro, no arden
si al
fuego del altar arrojan las entrañas
ni al
ser consultado responde el adivino,
y al
meterles bajo el cuello los cuchillos
los
sacan sin teñirlos apenas con la sangre
y solo
por encima la arena se ennegrece
de
pútridos humores. Y por todas partes
se
mueren entre hierbas lozanas los novillos,
cabe llenos pesebres sus ánimas
devuelven;
se contagian de rabia los perros zalameros,
se contagian de rabia los perros zalameros,
y una
tos jadeante sacude a los cerdos,
las
gargantas hinchadas enfermos los ahogan.
Desfallece
incapaz de acometer esfuerzos
y ajeno
a la hierba el corcel victorioso
la
tierra con los cascos escarba sin parar,
se
aparta de las fuentes, agacha las orejas,
y al
tiempo le viene un sudor desconocido
y ese
frío que tienen los que van a morir;
el
cuero se les seca, al tacto está duro.
Aquestas
dan señales, heraldos de la muerte,
en los
primeros días: si el mal se recrudece
en su
normal seguida, entonces, ciertamente,
los
ojos les abrasan y les viene el resuello
de lo
más profundo, en ansias con gemido,
y un
recio estertor los flancos estremece,
por la
nariz les mana sangre negra, y la lengua
áspera
las fauces tumefactas les oprime.
Sirvióles
el licor Leneo ministrado
con
cuernos como embudo; se pensaban que era
para
los moribundos el único remedio.
Este
alivio era después su perdición,
pues al
verse repuestos ardían de furor
y ellos
mismos, ya en la angustia de la muerte,
(¡dadles,
dioses, mejor suerte a los piadosos,
y a los
enemigos locura semejante!)
con
dientes descarnados los miembros se arrancaban.
He aquí
que el toro, que iba echando humo
bajo el
duro aladro, se derrumba y arroja
sangre
por la boca, revuelta con espuma,
y suelta
boqueante los últimos gemidos.
Triste
va el labrador desunciendo al novillo,
dolido
por la muerte de su hermano, y deja
el
aladro clavado en mitad de la labor.
Ni las
sombras de altos bosques los reaniman
ni los
jugosos prados, ni tampoco el río,
que más
claro que el ámbar discurre entre las piedras
y va
cara la vega; sino que, al contrario,
a más
no poder llevan los lomos descolgados,
sobre
sus ojos quietos se cierne el estupor,
se
dobla por su peso el cuello hacia la tierra.
¿A qué
tanto trabajo, o el bien que nos procuran?
¿A qué
haber labrado con reja el campo duro?
Ni los
dones de Baco, los del monte Másico,
ni
manjares a espuertas les pudieron sentar mal:
se
alimentan con hojas, se toman el sustento
de
hierba muy sencilla, componen su bebida
las
fuentes cristalinas, las corrientes del río,
las
cuitas no perturban su sueño reparador.
También
por ese tiempo, en aquellas regiones,
para
los sacrificios de Juno, según dicen,
iban buscando
bueyes y tenían que llevar
los
carros de ofrendas a templos elevados
con
uros disparejos. Así que a duras penas
la
tierra con las rastras labran los campesinos,
y
entierran las semillas cavando con las uñas,
y van
por las montañas cimeras arrastrando,
los
cuellos estirados, chirriantes carromatos.
No anda
al acecho en torno a la majada
el
lobo, ni aun ronda el rebaño por la noche:
mucho
más riguroso, el miedo lo domina;
los
tímidos gamos, los ciervos huidizos
ahora
van vagando a vueltas con los perros,
al lado
de las casas. Orilla de las playas
arrojan
ya las olas crías del ancho mar
y especies
nadadoras, cuerpos de un naufragio;
las
focas a los ríos escapan extrañadas.
Perece la
culebra, que en vano se defiende
con nidos
retorcidos, y las hidras, atónitas,
con
híspidas escamas. Hasta para las aves
el cielo
no es sano y se dejan la vida
cuando se
precipitan desde las altas nubes.
Cambiar
de pastizales no sirve ya de nada,
los remedios
que buscan incluso son dañinos;
los mejores
maestros se dieron por vencidos,
Quirón
el de Filira, Melampo Amitaonio.
Arrojada
a la luz de la tiniebla estigia,
la
pálida Tisífone arrea enfurecida
a la
Enfermedad y al Miedo y se engríe,
altiva la
cabeza, cada día más voraz.
Resuenan
las corrientes y las riberas secas
y los tendidos
cerros con el mugir constante
y el
balar del ganado. Estragos a mansalva
causa y
amontona en las cuadras los cadáveres
con podre
repulsiva, en descomposición,
hasta que
a cubrirlos de tierra se deciden
y en fosas
sepultarlos. No sirven ni las pieles,
nadie puede
hundir las vísceras en agua
ni quemarlas
al fuego ni tampoco esquilar
los vellones
podridos de peste y de mugre
ni siquiera tocar la lana corrompida;
a quien
vestía esos despojos repugnantes
pústulas
encendidas e inmundo sudor
les
iban envolviendo los miembros pestilentes,
y el fuego
sagrado, sin demorarse mucho,
el
cuerpo infectado lo devoraba entero.
*
Hic
quondam morbo caeli miseranda coorta est
tempestas totoque autumni incanduit aestu
et genus omne neci pecudum dedit, omne ferarum,
corrupitque lacus, infecit pabula tabo.
tempestas totoque autumni incanduit aestu
et genus omne neci pecudum dedit, omne ferarum,
corrupitque lacus, infecit pabula tabo.
nec uia
mortis erat simplex; sed ubi ignea uenis
omnibus acta sitis miseros adduxerat artus,
rursus abundabat fluidus liquor omniaque in se
ossa minutatim morbo conlapsa trahebat.
omnibus acta sitis miseros adduxerat artus,
rursus abundabat fluidus liquor omniaque in se
ossa minutatim morbo conlapsa trahebat.
saepe
in honore deum medio stans hostia ad aram,
lanea dum niuea circumdatur infula uitta,
inter cunctantis cecidit moribunda ministros;
lanea dum niuea circumdatur infula uitta,
inter cunctantis cecidit moribunda ministros;
aut si
quam ferro mactauerat ante sacerdos,
inde neque impositis ardent altaria fibris,
nec responsa potest consultus reddere uates,
ac uix suppositi tinguntur sanguine cultri
summaque ieiuna sanie infuscatur harena.
inde neque impositis ardent altaria fibris,
nec responsa potest consultus reddere uates,
ac uix suppositi tinguntur sanguine cultri
summaque ieiuna sanie infuscatur harena.
hinc
laetis uituli uulgo moriuntur in herbis
et dulcis animas plena ad praesepia reddunt;
hinc canibus blandis rabies uenit, et quatit aegros
tussis anhela sues ac faucibus angit obesis.
et dulcis animas plena ad praesepia reddunt;
hinc canibus blandis rabies uenit, et quatit aegros
tussis anhela sues ac faucibus angit obesis.
labitur
infelix studiorum atque immemor herbae
uictor equus fontisque auertitur et pede terram
crebra ferit; demissae aures, incertus ibidem
sudor et ille quidem morituris frigidus; aret
pellis et ad tactum tractanti dura resistit.
uictor equus fontisque auertitur et pede terram
crebra ferit; demissae aures, incertus ibidem
sudor et ille quidem morituris frigidus; aret
pellis et ad tactum tractanti dura resistit.
haec
ante exitium primis dant signa diebus:
sin in processu coepit crudescere morbus,
tum uero ardentes oculi atque attractus ab alto
spiritus, interdum gemitu grauis, imaque longo
ilia singultu tendunt, it naribus ater
sanguis, et obsessas fauces premit aspera lingua.
sin in processu coepit crudescere morbus,
tum uero ardentes oculi atque attractus ab alto
spiritus, interdum gemitu grauis, imaque longo
ilia singultu tendunt, it naribus ater
sanguis, et obsessas fauces premit aspera lingua.
profuit
inserto latices infundere cornu
Lenaeos; ea uisa salus morientibus una.
Lenaeos; ea uisa salus morientibus una.
mox
erat hoc ipsum exitio, furiisque refecti
ardebant, ipsique suos iam morte sub aegra
(di meliora piis, erroremque hostibus illum!)
discissos nudis laniabant dentibus artus.
ardebant, ipsique suos iam morte sub aegra
(di meliora piis, erroremque hostibus illum!)
discissos nudis laniabant dentibus artus.
ecce
autem duro fumans sub uomere taurus
concidit et mixtum spumis uomit ore cruorem
extremosque ciet gemitus. it tristis arator
maerentem abiungens fraterna morte iuuencum,
atque opere in medio defixa reliquit aratra.
concidit et mixtum spumis uomit ore cruorem
extremosque ciet gemitus. it tristis arator
maerentem abiungens fraterna morte iuuencum,
atque opere in medio defixa reliquit aratra.
non
umbrae altorum nemorum, non mollia possunt
prata mouere animum, non qui per saxa uolutus
purior electro campum petit amnis; at ima
soluuntur latera, atque oculos stupor urget inertis
ad terramque fluit deuexo pondere ceruix.
prata mouere animum, non qui per saxa uolutus
purior electro campum petit amnis; at ima
soluuntur latera, atque oculos stupor urget inertis
ad terramque fluit deuexo pondere ceruix.
quid
labor aut benefacta iuuant? quid uomere terras
inuertisse grauis? atqui non Massica Bacchi
munera, non illis epulae nocuere repostae:
inuertisse grauis? atqui non Massica Bacchi
munera, non illis epulae nocuere repostae:
frondibus
et uictu pascuntur simplicis herbae,
pocula sunt fontes liquidi atque exercita cursu
flumina, nec somnos abrumpit cura salubris.
pocula sunt fontes liquidi atque exercita cursu
flumina, nec somnos abrumpit cura salubris.
tempore
non alio dicunt regionibus illis
quaesitas ad sacra boues Iunonis et uris
imparibus ductos alta ad donaria currus.
quaesitas ad sacra boues Iunonis et uris
imparibus ductos alta ad donaria currus.
ergo
aegre rastris terram rimantur, et ipsis
unguibus infodiunt fruges, montisque per altos
contenta ceruice trahunt stridentia plaustra.
unguibus infodiunt fruges, montisque per altos
contenta ceruice trahunt stridentia plaustra.
non
lupus insidias explorat ouilia circum
nec gregibus nocturnus obambulat: acrior illum
cura domat; timidi dammae ceruique fugaces
nunc interque canes et circum tecta uagantur.
nec gregibus nocturnus obambulat: acrior illum
cura domat; timidi dammae ceruique fugaces
nunc interque canes et circum tecta uagantur.
iam
maris immensi prolem et genus omne natantum
litore in extremo ceu naufraga corpora fluctus
proluit; insolitae fugiunt in flumina phocae.
litore in extremo ceu naufraga corpora fluctus
proluit; insolitae fugiunt in flumina phocae.
interit
et curuis frustra defensa latebris
uipera et attoniti squamis astantibus hydri.
uipera et attoniti squamis astantibus hydri.
ipsis
est aer auibus non aequus, et illae
praecipites alta uitam sub nube relinquunt.
praecipites alta uitam sub nube relinquunt.
praeterea
iam nec mutari pabula refert,
quaesitaeque nocent artes; cessere magistri,
Phillyrides Chiron Amythaoniusque Melampus.
quaesitaeque nocent artes; cessere magistri,
Phillyrides Chiron Amythaoniusque Melampus.
saeuit
et in lucem Stygiis emissa tenebris
pallida Tisiphone Morbos agit ante Metumque,
inque dies auidum surgens caput altius effert.
pallida Tisiphone Morbos agit ante Metumque,
inque dies auidum surgens caput altius effert.
balatu
pecorum et crebris mugitibus amnes
arentesque sonant ripae collesque supini.
arentesque sonant ripae collesque supini.
iamque
cateruatim dat stragem atque aggerat ipsis
in stabulis turpi dilapsa cadauera tabo,
donec humo tegere ac foueis abscondere discunt.
in stabulis turpi dilapsa cadauera tabo,
donec humo tegere ac foueis abscondere discunt.
nam
neque erat coriis usus, nec uiscera quisquam
aut undis abolere potest aut uincere flamma;
ne tondere quidem morbo inluuieque peresa
uellera nec telas possunt attingere putris;
aut undis abolere potest aut uincere flamma;
ne tondere quidem morbo inluuieque peresa
uellera nec telas possunt attingere putris;
uerum
etiam inuisos si quis temptarat amictus,
ardentes papulae atque immundus olentia sudor
membra sequebatur, nec longo deinde moranti
tempore contactos artus sacer ignis edebat.
ardentes papulae atque immundus olentia sudor
membra sequebatur, nec longo deinde moranti
tempore contactos artus sacer ignis edebat.
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