Diario de Teruel, 14 de febrero de 2008
El Manifiesto fundacional de Unión, Progreso y Democracia, el partido de Savater, Rosa Díez y Álvaro Pombo, sólo se diferencia de cualquier partido español de izquierdas en su bizarra defensa del laicismo, en materia religiosa y sobre todo identitaria, esos “santos derechos regionales” que nos separan de ser un auténtico Estado democrático. Savater (Savataire, como lo llamaba Umbral) no entiende por qué un Estado tiene que mantener apaños con ninguna confesión religiosa ni por qué consiente que en la escuela pública se imparta doctrina de cualquier creencia (incluidos el catolicismo y el ateísmo) más allá del ámbito de la antropología. Pero tampoco entiende por qué un Estado tiene que mantenerse dando de comer a esa otra religión que es el nacionalismo y que se opone frontalmente a una idea ilustrada de laicismo, afrancesada en el mejor sentido. El UPD clama por un Estado fuerte donde no medren caciquismos autonómicos, donde no se consientan mercadeos ni trifulcas sino que se haga siempre lo más conveniente para todos y en paz. Un Estado libre no permite que el cultivo del romanticismo terruñero merme los derechos de todos sus ciudadanos.
El UPD no se va a comer una rosca por varios motivos. Para la derecha, es un partido ateo con ideas económicas estalinistas; para la izquierda, está obsesionado con el mismo tema que el PP, o sea que no serán tan distintos. Le lastra la presencia de Rosa Díez, encastillada en una retórica del rencor que a la gente le mosquea, aunque tampoco empezó nada bien arropándose con Vargas Llosa ni mucho menos con Albert Boadella, el menino de Esperanza Aguirre. Los dos se fueron, pero dejaron el aroma de sus caras.
Conque ahí estamos, como en los viejos tiempos, como cuando Baroja o Unamuno ensayaban sus volatines políticos. Savater no se presenta, pero sería un placer escuchar en el Senado la voz de Álvaro Pombo, el mejor escritor español vivo. No obstante, y pese a su esplendorosa lucidez, mucho me temo que España todavía no demuestra estar preparada para un laicismo verdadero. Todavía no hemos hecho la Revolución Francesa. De momento nos conformamos con evitar el regreso de la Santa Inquisición, que no es moco de pavo.
El UPD no se va a comer una rosca por varios motivos. Para la derecha, es un partido ateo con ideas económicas estalinistas; para la izquierda, está obsesionado con el mismo tema que el PP, o sea que no serán tan distintos. Le lastra la presencia de Rosa Díez, encastillada en una retórica del rencor que a la gente le mosquea, aunque tampoco empezó nada bien arropándose con Vargas Llosa ni mucho menos con Albert Boadella, el menino de Esperanza Aguirre. Los dos se fueron, pero dejaron el aroma de sus caras.
Conque ahí estamos, como en los viejos tiempos, como cuando Baroja o Unamuno ensayaban sus volatines políticos. Savater no se presenta, pero sería un placer escuchar en el Senado la voz de Álvaro Pombo, el mejor escritor español vivo. No obstante, y pese a su esplendorosa lucidez, mucho me temo que España todavía no demuestra estar preparada para un laicismo verdadero. Todavía no hemos hecho la Revolución Francesa. De momento nos conformamos con evitar el regreso de la Santa Inquisición, que no es moco de pavo.
No, no es moco de pavo, y sí, Rosa Díez es un lastre, y no menor.
ResponderEliminarAdemás, está el ambiente caldeado, y el personal que va a votar, si lo hace, pasa de andarse con finuras. O blanco o negro, menos los románticos autóctonos, que votan automáticamente.
Y además; ¿apoyaría UPD un gobierno sociata junto con los nacionalistas de aquí y de allí, o apoyaría a los de los obispos? ¿O a ninguno, que sería lo lógico y con los pocos escaños que saque será como no tener nada?
Pues sí, será como no tener nada. Pero fastidia un poco que la izquierda trague con el papanatismo étnico, que además se está extendiendo y medievalizando al país. "Castilla no es España", "Aragón ye nazión" y demás chorradas que yo he visto escritas en las paredes. Cada vez que ´me topo con un nacionalista sólo veo a alguien con pocas lecturas o con muy mala baba.
ResponderEliminarTambién el tema ese de pertenecer a un grupo; el escudo perfecto en el que esconder todas las imbecilidades de uno.
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