28.1.09

Calzoncillo

En la escuela entrábamos un poco antes porque había una cosa que se llamaba Reflexión y que duraba un cuarto de hora. Solía ser una charla a la que nadie hacía caso salvo que el profesor encargado fuera gracioso. Algunos profesores tomaban ese tiempo como una oración en prosa que todo lo más que conseguía era volvernos a dormir, y otros lo emplearon como un cursillo de urbanidad. Hubo uno que nos estuvo leyendo durante todo el año un largo poema lleno de ripios en el que a base de pareados se decían cosas como que había que cambiarse todos los días de calzoncillo.
¿De qué sirvieron aquellas gotas de doctrina cada día? Es posible que fuesen una lluvia fina que penetraba en nuestros cerebros sin que nos diésemos cuenta, pero el caso es que de las homilías matutinas no me acuerdo de nada. Yo sólo me acuerdo del poema de los calzoncillos. Ya entonces había sensibilidad y escrúpulo y todos los alumnos nos mudábamos a diario motu proprio, pero siempre había algún elemento retostado que no se había dado cuenta. Y, en verso o en prosa, había que decírselo.
Los tiempos cambian y también los calzoncillos, pero siempre hay que decir algo al que no se ha enterado. Las reglas de urbanidad no son de izquierdas ni de derechas. El amor propio y el respeto al prójimo tampoco, ni mucho menos lo que pasa en el mundo. Alguna vez he comentado que la Educación para la Ciudadanía es como enseñar a la gente a leer el periódico, a leer varios periódicos, a hablar del mundo real. A mí entonces me parecía inverosímil que alguien no se cambiase todos los días de calzoncillo como a algunos les puede parecer ahora que un alumno no sepa distinguir los derechos de los prejuicios. Aunque también hay padres que piensan que sus hijos se chupan el dedo, o que los profesores de sus hijos son tan sectarios como ellos y no necesitan dar clases de urbanidad ni orientan sus enseñanzas a la vida real. Y también hay políticos gazmoños y asociaciones meapilas, ángeles patudos y caballeros de mohatra que intentan payasadas como la de la Comunidad Valenciana. Y santurrones que aún confían en esa educación en la que está prohibido hablar de todo lo que tenga algo que ver con calzoncillos. Eso es lo que les dijo ayer el Tribunal Supremo, que practiquen un poco la higiene mental.

Diario de Teruel, 29 de enero de 2009

24.1.09

Geórgicas II, 3



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3. Proemio B, vv, 35-46

Conque vamos, labradores, ea, aprended
el cultivo que se aplica a cada especie,
y domad frutos silvestres con el laboreo,
y no dejéis tierras baldías. Luce plantar
viñedos en el monte Ismaro, y el gran Taburno
vestirlo de olivares. Y tú, oh Mecenas,
honra y prez, primer gran responsable de mi fama,
guárdame, conmigo las faenas emprendidas
ven a navegar, surca el mar a toda vela.
No pretendo enteras abarcarlas con mis versos,
no, ni aunque cien lenguas tuviera, bocas ciento,
y mi voz fuera de hierro. Ven aquí, ampárame,
léeme la costa desde la primera playa,
la tierra queda a nuestra mano. No con rodeos
te voy a entretener ni con exordios largos,
no con fábulas poéticas he de tenerte.

21.1.09

Oratoria

Nuestra Europa escolástica perdió hace mucho tiempo el sentido de las cosas, el valor de las palabras que significan cosas. Si uno escucha un sermón en una iglesia católica, o en un parlamento europeo, lo más normal es que se aburra: los conceptos se siguen con docta parsimonia y el orador no siente la obligación del enardecimiento, de lo que los retóricos antiguos llamaban mover a la concurrencia, emocionarla. Ya en el discurso que Obama pronunció en noviembre, nada más ganar las elecciones, llamaba la atención el tono casi gospel de algunos pasajes que más que parte de una arenga parecían un salmo responsorial. Uno se imaginaba una iglesia evangélica con todos los fieles alzando los brazos al techo, cerrando los ojos y moviéndose a compás. Y eso era lo emocionante. No sólo utilizaba un lenguaje y unos métodos bíblicos por razones religiosas, sino porque la técnica oratoria de la Biblia sabe hurgar en las entrañas.
El discurso del martes tuvo esa nitidez del hablar sagrado, aquel en que, como decía Galdós, “la frase parece producto inmediato del hecho que la motiva”, toda llena de metáforas cercanas, el viaje, el látigo, el Oeste, con alusiones a las granjas y a las aguas, a los cuerpos desnutridos y a las mentes sedientas, incluso a desiertos lejanos y montañas remotas, algo que en España suena a Aznar y sus pomporrutas imperiales, pero que en Obama se elevó hasta el tono de refundación que tuvo todo el discurso, como si hubiera que volver al viejo Lincoln para restaurar el sentido de la patria. Han sido muchos años de secuestro neocón de la palabra libertad, de modo que volver a los padres fundadores era, también, volver a estas verdades simples, de oficio dominical, que se abrazaban al mito del colono en alternancia con las manos en carne viva. Si en noviembre fue un discurso gospel, el del martes fue un discurso country-soul. Sólo con retórica de altar se puede hablar así de las energías renovables (“aprovecharemos el sol, los vientos y la tierra”), y solo con esa fe en las palabras tangibles pueden escribirse fragmentos épicos tan hermosos como éste: “La capital estaba abandonada. El enemigo avanzaba. La nieve estaba manchada de sangre”. Es la literatura, no el sermón, lo que nos conmueve. A ver si nos aplicamos el cuento, que tenemos unos curas y unos políticos que son unos verdaderos plastas, y de la Biblia sólo aprenden las coartadas.

Diario de Teruel, 22 de enero de 2009

19.1.09

Geórgicas II, 2

2. Propagación de los árboles, vv. 9-34
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.Varia es Natura en la crianza de los árboles,
pues germinan unos de espontáneo modo
sin que el hombre los ayude, y colman adunia
los ríos sinuosos y los campos, como sucede
con el mimbre cimbreño y la retama pegajosa,
el chopo y el sauce de follaje verde y cano;
otros más bien brotan de semillas esparcidas,
como los altos castaños y el roble de Júpiter,
el más frondoso de los bosques, y las encinas,
que se tienen por oráculos entre los griegos.
Densa mata en otros desde la raíz pulula,
como pasa con los olmos y con los cerezos;
y también de pequeño el laurel del Parnaso
se cobija bajo la gran sombra de la madre.
Estos métodos nos dio Natura en un principio,
por ellos verdea todo género de selvas,
de bosques sagrados y de árboles frutales.
Otros hay que encontró el uso en su camino:
el uno plantó esquejes en los caballones
desgajándolos del tierno cuerpo de la madre,
el otro entierra vástagos en el sembrado,
varas hendidas en cruz, estacas puntiagudas.
Otras plantas piden los mugrones en acodo
doblegados, vivos en la tierra sus planteles.
Otras ni raíces necesitan, y el podador
si hay que poner puntas de ramón no titubea,
y de ese modo devolverlas a la tierra.
Hasta en los troncos cortados, hecho asombroso,
de un leño seco brota una raíz de olivo;
y a menudo vemos convertirse sin peligro
las ramas de unos árboles en las de otros,
y el peral mudado dar manzanas injertadas
y encarnarse todo de ciruelas el durillo.
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Copio también aquí el fragmento correspondiente de la que pasa por ser la mejor traducción de las Geórgicas, la de Miguel Antonio Caro.
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En modos diferentes, lo primero
por virtud natural las plantas brotan.
No de humanas industrias obligadas,
mas por sí vienen unas, y a lo largo
campos invaden y errabundos ríos:
así el ligero mimbre, y las flexibles
retamas; así el álamo, y el sauce
de verdicanas hojas coronado.
De yacentes semillas nacen otras:
los castaños erguidos,
y el ésculo, gigante de los bosques,
a jove dedicado, y las encinas,
cual oráculos ya de Grecia honradas.
Otras por la raíz se multiplican
en densa muchedumbre de renuevos:
olmos, cerezos, y el laurel de Apolo,
que tierno se alza a la materna sombra
del tronco protector. Sabia Natura
desde era inmemorial por modos tales
al nacer de los árboles preside,
cuantos la tierra pueblan,
agrestes selvas y sagrados bosques.
Allende de esto hay árboles que trajo
oficiosa experiencia a su servicio.
Uno en surcos renuevos deposita
que a la cepa matriz su mano saca;
otros ramas entierra,
ya trozo herido en cruz, ya aguda estaca.
Tal árbol hay montés, que si rastreros
los vástagos le encorvas, toma creces,
y gozoso propaga
hijuelos vivos en su propia tierra.
No piden otros árgoles raíces,
Y viose al podador sembrar mil veces
puntas de ramas, y brotar felices;
y mil veces también (aunque imposible
referirlo parezca) por pedazos
plantósse un tronco, y germinar fue vista
la olivosa raíz del seco leño.
Y de un árbol los ramos,
el orden natural violando impunes,
en los de otro mudarse contemplamos:
trocadas peras el manzano injerto
por suyas muestra, y al cornejo duro
ves de ciruelas rojear cubierto.

14.1.09

Gabardina

Ya está todo resuelto. Ya se ha castigado al culpable. Quien durante dos años no se enteró de que un sujeto estaba sacando debajo de la gabardina tres mil documentos del Archivo Histórico de Teruel ya ha sido juzgado como responsable de una falta muy grave, y el castigo ha sido contundente y ejemplar: lo han trasladado a Zaragoza. Y porque Obama ha dicho que va a cerrar Guantánamo, que si no de todo hubiera habido.
Leo que en sustitución del réprobo (que va a recurrir) pusieron a José Luis Castán, cuya solvencia en el pastoreo de documentos está fuera de duda. Desde luego, y no sé si será por sus consignas, ahora las medidas de seguridad han aumentado: el otro día fui a buscar unos datos y a mi paso aullaban las sirenas, me metí por un pasillo que se llenó inmediatamente de fornidos guardas de seguridad y funcionarios con cara de susto. Las medidas son tan escrupulosas que no se me dejó pasar del descansillo.
El trabajo de archivero es de los más hermosos que conozco. Poco antes de preguntar en esta fortaleza me había pasado una larga y fructífera mañana en el Archivo Diocesano, al abrigo de la exquisita cortesía de don Samuel Valero, que en cinco minutos me puso delante de los ojos los papeles que yo buscaba y aún pudimos comentar el hecho sorprendente de que los documentos del siglo XV se conserven mejor que los del siglo XX, sobre todo los escritos con bolígrafo, muchos de los cuales ya no son más que una manchurrón azulenco en el que se han disuelto las palabras. Y lo mismo me ocurrió en el Archivo de la Diputación, donde personal de impecable competencia me dio todas las facilidades sin quitarme un ojo de la gabardina, como era su obligación.
No voy a dar aquí la murga con el valor de la archivística y así. Yo disfruto de la soledad del estudio, del aroma de los ácaros y de la tinta más duradera que el silicio, pero en los tiempos que corren no sé qué es más escandaloso, si el caso de la gabardina o el hecho de que nuestros archivos fundamentales no estén ya completamente digitalizados. Entre la guerra, la desidia y los de la gabardina, vamos a entrar en un olvido sin fisuras, en un país de lotófagos en el que habrá más evidencias de los diplodocus que de nuestros abuelos. Menos mal que los fondos antiguos de la hemeroteca están siendo digitalizados. Dicen que en abril ya podrán consultarse desde casa. A ver si es verdad.
Diario de Teruel, 15 de enero de 2009

8.1.09

Oveja













Varias asociaciones ateas están intentando contratar espacios de publicidad en autobuses urbanos y otros soportes igual de visibles con lemas como Probablemente Dios no existe, deja de preocuparte y disfruta de la vida. La iniciativa se ha topado, como era de esperar, con la bronca de asociaciones religiosas que acusan a los anunciantes de intolerable difamación, de agresión contra la libertad y de propalar “mensajes destructivos” en ciudades que cada dos por tres están cortadas para pasear a un santo, forradas de carteles marianos y ocupadas por edificios religiosos.
El cartel es de todo menos ofensivo. En efecto, y salvando los retruécanos de San Anselmo, es difícil probar que Dios exista. Es como si las asociaciones religiosas se limitasen a anunciarse como lo que son, creyentes de una fe, no propietarios de la verdad ni mucho menos instructores de moral alguna. Son muy cautos con el lenguaje los anunciantes, aunque por esa misma línea podrían colgar carteles igual de objetivos pero mucho más contundentes como La carnicería de Gaza se ha perpetrado en nombre de Dios; Todas las religiones se alimentan de cadáveres; El fanatismo religioso es una redundancia, etc. No sé si registrarlas, por si acaso.
Bien es cierto que los católicos, de un tiempo a esta parte, han perdido el gusto por la sangre. Benedicto XVI es homófobo practicante, pero de momento no llega a la delectación cruenta del castizo cardenal Segura. Y a pesar de todo periódicos católicos españoles saludan la salvajada israelí en Gaza como un acto de legítima defensa, y políticos de misa diaria alertan contra el “peligro para la paz mundial” del “estado terrorista” palestino. Hemos crecido en la idea de que la Biblia no amparaba el exterminio de los pueblos, el asesinato de inocentes o la alegría que produce a mucho fariseo ver cuerpos de niños reventados por las calles, y sin embargo vemos gente culta, rica y sensible que adora un libro en el que los individuos no son más importantes que los corderos degollables. Tampoco, por lo visto, los palestinos llegan a la condición de seres humanos. Visto cómo viven hacinados en su cárcel de Gaza, se diría que, a ojos de Dios (uno de ellos) ni siquiera llegan a la condición de ovejas.

Diario de Teruel, 8 de enero de 2009

7.1.09

El año de las luces

Es posible que 2008 haya sido el año de la rehabilitación estética de la ciudad, o como poco el año en que las autoridades hicieron lo posible por no cometer los mismos errores de siempre. La plaza del Torico espera los convenientes cálculos electorales para ser borrada de nuestra memoria y sustituida por un adoquinado que esté a la altura de su importancia como plaza principal de la ciudad. Ya ha pasado suficiente tiempo para que, según la célebre frase de Biel, la gente se acostumbrase a esa bisutería lumínica con la que se intenta embellecer lo que quizá no se considerase suficientemente bello en su momento, y también para que esa tontería más propia de un hipermercado de suburbio que de un centro histórico se haya hecho más vieja que los edificios que la soportan. Es de agradecer que la luz los desfigure, porque sería perceptible su sonrojo.
Fieles a su argumentario, las autoridades no han dado su brazo a torcer, pero el hecho de que la Plaza Amantes haya ido a parar a un estudio tan solvente como el de Linazasoro da la sensación de que han hecho propósito de enmienda. Es como si, conscientes de que les habían tomado el pelo con la Plaza del Torico, se hubieran esforzado en no caer en la misma vulgaridad. Desde luego hay más motivos para estar tranquilo y no esperar a que otra vez los juguetes virtuales deslumbren a las autoridades como a niños caprichosos y contentadizos, al menos a la luz de obras recientes de Linazasoro como la Biblioteca de la UNED o, sobre todo, el Centro Cultural de Lavapiés, ambos en Madrid. Y eso que los pasos previos en la rehabilitación no invitaban al optimismo, sobre todo si consisten en poner en valor el conjunto San Pedro-Amantes con un alero en la calle Matías Abad que tapa media torre o con ese edificio estilo caja de zapatos chapada con monótona caliza de Villalba que se ha dedicado a Oficina de Turismo.
Los ciudadanos no exigían nombres tan solventes y respetados como el de Linazasoro sino algo tan sencillo como el respeto al entorno y el uso estable de la vegetación. Nos hemos hartado de hangares de cemento y fuentes de catálogo, de floreros de hipermercado y un aspecto de mausoleo cutre que amenazaba con apoderarse de toda la ciudad. La verdad es que hubiera sido incluso deseable una moratoria en los desmanes, por lo menos hasta que veamos que sí es posible ser hermosos y modernos, agradables y respetuosos, umbrosos y paseables, algo que quizá se inició con la valiente negativa de la Comisión de Patrimonio a que se siguieran destrozando espacios públicos como los jardines de Fernando Hue. Es más, casi todas las últimas propuestas (civilizar un poco las laderas de la Ronda, adoquinar el Óvalo como es debido) han venido acompañadas de un marbete que en puridad no habría hecho falta: se reconstruyen las laderas para que no se vuelvan a hundir y se adoquinará (eso esperamos) el Óvalo para que no se vuelva a destrozar. La Plaza Amantes se construirá para que no siga siendo una ruina, e incluso se insiste en que la vegetación será de verdad.
De modo que, arquitectónicamente hablando, quizá lo mejor de 2008 es que no haya pasado casi nada, pero que haya cundido la convicción de que ya vale de mamarrachos y de materiales exóticos que alguien, sin tomarse la molestia de saber dónde van a ser puestos, elige por motivos que a los vecinos se nos escapan. Hace pocos días asistimos a la demolición del chamizo agrietado que durante décadas ocupó el lugar de un mercado histórico. Tampoco en este caso esperamos demasiado, pero quienes se responsabilicen de su ejecución saben que la época de tragarse aparcamientos grises como si fueran obras de arte ya ha terminado. Nos favorece, además, que el Estado se haya lanzado a la obra pública, un buen momento para que nuestros próceres dejen de hacer el ridículo con sus contrataciones y empleen a ciudadanos en recuperar los lugares de siempre, empezando por el asilo modernista, antes de que el padre Muneta se canse de predicar.
No creo que a ningún político se le ocurra presumir ya más de adoquines hindúes que se descascarillan con mirarlos ni de bochornosas parameras desabridas como la Glorieta. Todavía falta tiempo para que la nueva Plaza Amantes marque una pauta nueva. Entretanto, con plantar árboles de verdad, no macetones del Carrefour, ya tendríamos bastante, pero también es tiempo de que cada obra nueva pueda presumir de permanencia, y nosotros de una plaza que entregamos a la ciudad convencidos de que ha de conservarla para siempre.
Diario de Teruel, 3 de enero de 2008