De Fernando Savater podemos esperar libros buenos o malos, podemos estar o no de acuerdo con sus ideas, pero lo que de veras sorprende es que incurra en alguna clamorosa falta de sagacidad. Hoy me he desayunado leyendo en El País un artículo en el que avisa del retroceso cultural que se desencadenaría si, con el achaque de las descargas gratuitas, resucitara la figura del mecenas. Como Savater es siempre tan didáctico, ha explicado que mecenas es la antonomasia de Mecenas, el noble romano que andaba en el círculo de Augusto y que financiaba la obra de grandes artistas. Viene a decir que entonces, cuando un hombre rico financiaba las artes y las letras, el escultor o el pintor eran reos de sus caprichos, y que si se permitiera en internet el todo gratis volveríamos a la cavernosa situación del caciquismo estético. Incluso pone un ejemplo supremo que me ha llegado al alma: dice que fue Mecenas quien sugirió a Virgilio que escribiera las Geórgicas. ¡Pues alabado sea Mecenas, porque su capricho caciquil consistió en revolucionar la literatura desde su misma raíz y para siempre!
La verdad es que Mecenas se lo sugirió a instancias del mecenas mayor, el propio Augusto, que quería despertar en la clase culta romana el regreso a los abandonados campos. Y la verdad también, como dice Savater, es que Mecenas mantuvo a Virgilio los muy largos años que le costó escribir ese poema y, sobre todo, el siguiente, la Eneida. ¿Es eso para Savater una prueba de falta de libertad para el poeta o su teoría del mecenazgo sólo puede aplicarse ahora? ¿Desde cuándo el mecenazgo es malo, desde que Virgilio se retiraba a escribir a la Campania o desde que Savater siente peligrar sus derechos de autor?
Pero la falta de sagacidad no es esa. Parece mentira que un hombre con sentido global de la realidad (creo que eso es un filósofo) no se dé cuenta de que la figura del mecenas no sólo no ha desaparecido sino que se ha enquistado en las más caciquiles oligarquías artísticas sin la frescura y el capricho de los tiempos de Mecenas. Sí, él encargó a Virgilio un poema a cambio de que tuviese suficiente dinero para no pensar en otra cosa, que es, exactamente, lo que hizo Lara cuando le encargó a Savater que escribiera una novela a cambio de cincuenta kilos limpios. La diferencia es que las Geórgicas de Virgilio siguen siendo, como dijo Dryden, the best poem of the best poet, y la novela de Savater era una mierda.
Porque el mecenazgo virgiliano llegó hasta el siglo XIX, y entonces, más que ser sustituido graciosamente por la voluntad de los lectores, pasó a manos del mercado. Aun con todo, los profesionales como Galdós tuvieron que sudar tinta y escribir con ella, intentaron zafarse de los nuevos mecenas, los editores, que sólo se diferenciaban de los antiguos nobles en que veían la literatura como un negocio, y en el caso de Galdós hubo que bajar los brazos y firmar un contrato con otro mecenas. Antes que él, el patrón de la novela popular, Walter Scott, debió trabajar como un forzado aun en su lecho de muerte para pagar las deudas. Si Góngora pudo largarse de la pestífera corte y escribir a sus anchas el Polifemo no fue gracias a la popularidad de sus poemas (más de la que uno creería) sino a la munificencia del conde de Niebla. El bueno de Lope tenía que escribir comedias en horas veinticuatro porque no llegaba a fin de mes, ¡como para que ahora vengan los de la Sociedad de Autores a sisar dinero cuando unos lugareños representan Fuenteovejuna!
¿Cuándo dejó de haber mecenas, si hasta los toreros se apuntaron en el siglo XX a la costumbre? ¿Qué habría sido de tantos escritores sin el contacto, el amigo, el chanchullo, el confidente? ¿Qué habría sido de Umbral –o de Vicent– si Cela no llega a encargarle, nada más conocerlo, un par de libros? ¿Y de Muñoz Molina si un amigo no le hubiera presentado a Pere Gimferrer? Los mecenas del siglo XX no son bon vivants con puños de celuloide que regalaban su dinero a los ingenios, sino aquellos que te meten en el círculo exclusivo de los artistas oficiales, que ceban la caldera de las ventas y se especializan en comerciar con el gato y la liebre.
Y también parece mentira que Savater no se dé cuenta de que la red tiende a terminar más pronto o más tarde con ese modelo de oligarquía cultural, de artistas por recomendación. La sobreabundancia de personas que saben redactar ha degenerado, cómo no, en el arte como lujo, como actividad a la que sólo pueden dedicarse en exclusiva unos cuantos privilegiados, para siempre y hagan lo que hagan. Si algo demuestra la red es que, junto a escritorzuelos como el que firma este blog, abundan los escritores que no tienen nada que envidiar a la oficialidad editorial, y lo mismo podríamos decir de cineastas y de pintores. Claro que siempre se puede reclamar un mecenas oficial al estilo de Juan Goytisolo, cuando repite que está bien que haya best-sellers porque así los editores pueden invertir en gente tan exquisita como él.
No sé si volverán o no los mecenas, pero estoy seguro de que, si vuelven, la misma red será, más que el Gran Hermano, el Gran Mecenas. Las descargas, sí, sirven para seleccionar, para separar el grano de la paja, el producto de la obra. En la red no interesan los apellidos sino lo que hay escrito, filmado o pintado. Importa la obra singular más que la carrera artística. Y eso no sé si será bueno o malo, pero sí sé que es inevitable. ¿Cómo es que, de pronto, el artistazgo oficial ya no confía en la sabiduría del público? ¿Por qué piensa que el público tiene espíritu delincuente y no voracidad cultural, y, sobre todo, pocas ganas de que lo engañen?
Si la novela con la que ganó Savater el Planeta hubiera estado antes en la red, mucho me temo que ni Dios la habría comprado. Las Geórgicas está entera en internet, y no hay en España librería que de vez en cuando no siga vendiendo un ejemplar. Baroja o Galdós tienen toda su obra en la red, y sus libros se siguen vendiendo como churros. Esa es la diferencia.
Ala palabra "escritorzuelos" con que te defines le sobra el sufijo. ¿Vale?
ResponderEliminarLúcido, claro. A las gentes primarias como yo estos artículos que nos reafirman en nuestras opiniones nos gustan mucho. Sobre todo después de oir en la radio lo de que el SGAE va a cobrar a tiendas, peluquerías y sitios públicos donde se oiga la radio por eso, por oirla.
ResponderEliminarNo se si te publícará algo Planeta como sigas en este plan.
¿Por cierto, alguien sabe como va lo de Google de colgar librotes en español en la red? Creo que los franchutes han dicho que de eso nada.
Bueno, un saludo. Estupendo artículo.
JCarlos Navarro
El sentido global de la realidad choca muchas veces con el sentido garbanzal de la realidad. Humano demasiado humano, Savater.
ResponderEliminarRespecto a Baroja, ¿dónde puedo encontrar sus obras en la red? Sería un notición que la familia Caro Baroja se hubiera desprendido de sus derechos.
www.webliter.blogspot.com
www.twitter.com/jujodiru
Buen enfoque: he pensado aproximadamente lo mismo que expresas aquí cuando leí el artículo. Como dije hace unos días en mi blog, el problema es que los guardianes del secreto ven amenazados sus puestos de privilegio (http://laacequia.blogspot.com/2010/01/la-cultura-en-internet-y-los-guardianes.html)
ResponderEliminarLlego aquí gracias a Juan José Díez.
Rapazuelo, mozuelo, mujerzuela..., no estoy seguro, Luis, de que sean despectivas; más bien diminutivas. Pero se agradece.
ResponderEliminarEsta noche, JCarlos, me he enterado de que la oficina de la competencia ha denunciado a la SGAE por abuso y monopolio. Son como un montepío con metralleta de tambor.
Toda la obra de Baroja no, Juan José, pero buena parte sí, te lo aseguro. Y gracias por el enlace de Pedro Ojeda. El artículo las merece.
Europa Press
ResponderEliminar14-01-2010
Los trabajadores de Sociedad General de Autores y Editores (SGAE) han pedido la intervención del Ministerio de Cultura en el grupo de empresas de la entidad "mediante las auditorias externas e independientes" que este Departamento considere necesarias. Así lo exponen en un escrito remitido hoy a la titular de Cultura, Angeles González-Sinde, al que ha tenido acceso Europa Press.
Los trabajadores de la SGAE solicitan la citada intervención ante lo que califican de "alarmante situación" que vive la institución y que, en su opinión, "puede conducir a la desaparición de la SGAE después de ciento diez años de existencia y la consiguiente pérdida de nuestros puestos de trabajo", señala la carta a la ministra.
Asimismo, consideran que el actual Presidente del Consejo de Dirección, Eduardo Bautista, "con el visto bueno del Consejo, se ha empeñado en hipotecar las futuras recaudaciones de la SGAE que pertenecen a sus socios en unos proyectos desproporcionados para los recursos de la Entidad".
Para los representantes de los trabajadores estos proyectos hacen referencia a "la fase de construcción y rehabilitación de edificios tanto en el extranjero (70 millones de dólares) como los megaproyectos en España (300 millones de euros)" que creen que "resultará un desastre económico en su sostenimiento posterior con compromisos de mantenimiento inasumibles", señalan textualmente.
Asimismo, aluden también a la "creación de empresas con ánimo de lucro que resultan deficitarias, a las que la empresa matriz SGAE inyecta ingentes cantidades de dinero para su sostenimiento", dice el escrito. Y añaden: "Las consecuencias de esta política las sufrimos los trabajadores en este momento con la presentación de un plan que supone la destrucción del 20 al 25% de los puestos de trabajo en una primera fase, y todo esto con cargo a los fondos públicos".
J.
¡¡Bordado!! Yo cuelgo (o ahorco) casi toda mi obra en internet. Si tuviera que esperar al mecenazgo o a una buena actuación mendicante de este que le escribe frente a un galerista, no la vería más de cuatro amigos como mucho.
ResponderEliminarCreo que hay, hoy en día, mucha más vida literaria y artística en la red que en los medios tradicionales. También mucha más mediocridad, pero la oferta es inmensamente mayor. Los libros (salvo best sellers) apenas duran unas semanas en las librerías (algunos días, otros ni se distribuyen). A las bibliotecas se nos cobra por prestar los libros, pese a que no se nos paga adecuadamente por mantener ese fondo cultural que es vital para mantener la memoria y la libertad de elección fuera del mercado.
En fin, don Antonio. Que al final Savater busca mantener el estatus de consagrado y recibir las prevendas que le corresponden, eliminando las amenazas de un mundo que no puede controlar del todo la SGAE.
Otro enemigo más en su lista. Menos mal que siempre le queda Virgilio...
Claro y sin pelos en la lengua, bravo. Coincido contigo párrafo por párrafo.
ResponderEliminarEl evangelio has dicho. Quiero creer que escribes este texto, como este pobre escritorzuelo que lo comenta, no sólo para decir lo que dices, sino también porque has disfrutado de esos libros buenos de Don Fernando, y de su sano, vital y divertido sentido de la realidad, a pesar de sus cada vez más frecuentes y flagrantes torpezas. Un placer la visita.
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