Teócrito, El Cíclope
1 | Ninguna medicina cura el mal de amores, |
| Nicias, ningún ungüento, creo yo, ningún emplasto; |
| Las Piérides tan solo: hay una dulce y suave |
| que a todos da remedio, no fácil de encontrar. |
5 | Yo sé que la conoces, tú que eres buen médico |
| amén de favorito entre las nueve Musas. |
| Así al menos halló alivio nuestro Cíclope, |
| el viejo Polifemo, cuando por las mejillas |
| y el mentón la barba apenas le apuntaba |
10 | y se enamoró de la bella Galatea. |
| Su amor no era cosa de manzanas ni de rosas |
| ni rizos del cabello, sino ataques de furia. |
| Nada le importaba. Muchas veces al redil |
| solas del verde prado volvieron sus ovejas. |
15 | Y él se consumía cantando a Galatea |
| desde el amanecer por la ribera algosa, |
| con la más cruel herida dentro de su corazón, |
| el dardo de Afrodita clavado en las entrañas. |
| Mas encontró el remedio, y en una alta piedra |
20 | mirando el mar sentado esta canción cantaba: |
Justo cuando llega el remedio para el mal de amores, interrumpes el poema...Me obligas a continuar la lectura por si rebota un dardo de Afrodita y "me se" - como decimos los maños- clava en el corazón. Aunque la cantemos mal, ¿también nos sanará?
ResponderEliminar¡Ah! ¡Qué recuerdos de esas clases de Literatura Grecolatina de los viernes a última hora!
ResponderEliminarEn verdad las añoro, Antonio.
Elisa.