31.10.19

Noguera, 2


Así como los chopos del río amarillean antes cuando son más viejos, en las nogueras sucede lo contrario. Se deshojó por completo la más joven, y a la siguiente en edad no le quedan más que unos leves reflejos verdosos para seguir el mismo camino. La grande, en cambio, persiste con su hojas de color verde vagón, como si estuviéramos a finales de septiembre.
Esta mediana todavía tiene el tronco abarcable con los dedos pulgar y corazón de ambas manos, pero costó bastante traerla a pliego. Nació junto a una columnilla del cenador, de una nuez que se emboscó entre los rosales. Pero le cupo la suerte de que allí mismo está uno de los cubos donde beben los mastines, que cada tarde vacío en el alcorque para rellenarlos de agua limpia. Cuando se espigó y pudo sacar la cabeza por encima de la maraña de las parras y las bignonias que cubren el cenador, durante varios años tuvo hojas muy pequeñas. Las ramas eran demasiado enclenques, como espectrales, más pequeñas incluso que las de la noguera menor, que tuvo sol desde el principio y hojas de buen tamaño, y el tronco se mantenía recto porque lo sujetaban los travesaños de la pérgola. Cuando soplaba el cierzo no se rompía contra el tubo de hierro porque las ramillas estaban demasiado separadas, y aun así le salieron cicatrices en la corteza. Curiosamente, la de abajo, la grande, que bebe en la acequia, no creció tumbada porque se fue apoyando contra los alambres de la valla, que sin embargo, cuando se hizo robusta, le iban causando una herida proporcional al crecimiento de cada año, en su tamaño y en su distancia con las anteriores, cada vez más separadas y más profundas.
A esta otra, que se la llevaba el aire, le até un trapo a la altura de los tubos para amortiguar los golpes, hasta que engordó un poco y la distancia con el hierro era más para apoyarse que para sufrir. Cada año el tronco gris claro se zarandea menos cuando sopla el viento, y las hojas aguantan en la rama unos días más. En esas tardes brillan con su amarillo líquido, todavía en la frontera entre el verde y el ocre, entre el color refrescante y el aterido, entre el día y la noche.

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