¡Con cuánto gozo cojo la alta pera conferencia! Son dos perales ya muy viejos que estorbaban para ampliar una pérgola, de modo que la hicimos más estrecha. Yo los podo con prudencia y, a tenor de la cosecha de este año, aún tienen que darnos frutos unos cuantos años más. Bien es cierto que la pera es jasca, seca, granulosa, perfecta para compota, a no ser que la metamos entre rubia paja, a que madure a oscuras. Para comerlas a mordiscos me gusta más la limonera, que aguanta bien los fríos pero deja de dar fruto cuando pasa la canícula.
Volviendo a fray Luis, cada vez que leo su versión del Beatus ille me paro en esa «alta pera». Por hipálage, la pera, y no la rama de la que cuelga, es la alta, más alta todavía con el adjetivo antepuesto, que subraya de algún modo su forma estilizada, el cuello recto y espigado, como de búcaro para una flor, y recoge, de paso, el otro significado de 'alta': honorable, prestigiosa, reverenda. La alta dama, la alta alcurnia, la alta gama. Y, sencilla y orgullosa, la alta pera.
Por eso no solo no talamos los perales sino que ya el año pasado plantamos alguno más. La pera es totémica; junto con algunas especies de calabaza, es la que más se parece a las esculturas prehistóricas. El arte llegó antes a la estilización que a la esfericidad, al gesto que a la perfección, a la sugerencia que a la idea. Si del resto de las frutas encuentro la realidad en sus imperfecciones, y en ellas su belleza, en la pera también veo un símbolo de naturaleza esbelta y al mismo tiempo intensamente terrenal. Su gravedad es fecunda, sostenida por un cuello delicado, como si de la Venus de Willendorf emergiera la de Milo.
Dentro de las de su especie (las camuesas, los nísperos o los membrillos) es la que más ha cundido en el acervo popular. La pera en dulce y en tabaque, el año de la pera, porque me sale de la pera, el niño pera, poner las peras a cuarto, o pedírselas al olmo, o partirlas, por no hablar de usos más descarnadamente sexuales, o, en fin, ser la pera o la repera, son expresiones que dan idea de la productividad del fruto en materia de sugerencia, en símbolo reconocible, mientras sus hojas se retuercen y encallecen en las alturas.
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