27.4.12

Historias



Tiene inmerecida mala fama la traducción de Gibbon que escribió José Mor Fuentes en 1842 y que, sin el auxilio de un mínimo índice, publicó tal cual la editorial Turner en ocho volúmenes allá por 1984. Su publicación en facsímil, sin esa modernización que luego sí practicó Taurus en la Historia de Roma de Mommsem (y no sé si en la de Gibbon), con tipografía imposible, apretada, estrujada más bien, y esa puntuación que ahora, muchas veces, despista un poco, significó una pequeña decepción porque resultaba difícil disfrutar del flujo imparable del Decline and fall. En 2000, Alba editorial publicó, traducida por Carmen Francí Ventosa, la edición abreviada de Dero A. Saunders, que es de 1952, aunque yo preferiría que hubiese traducido la de D. M. Low de 1960, que es la que yo manejo. Hay un pasaje que no está en ninguna de las dos ediciones abreviadas y que da una idea de la diferente traducción de José Mor y la que acaba de salir en Atalanta de José Sánchez de León. Las copio por ese orden.


La inmortalidad, prometida tan en balde por los sacerdotes, se proporcionaba hasta cierto punto por los bardos. Esta clase particular de hombres ha embargado muy dignamente los desvelos de cuantos han estudiado las antigüedades de los Celtas, Escandinavos y Jermanos. Queda despejado el campo en cuanto a su numen, índole y respeto a profesión tan en estremo trascendental; mas no se hace tan obvio el espresar, ni aun percibir el entusiasmo por armas y gloria que encendían en los pechos de su auditorio. En todo pueblo culto, el ejercicio poético es más bien un floreo de la fantasía que un empeño de las potencias; y sin embargo, si en sosegado deporte nos ponemos a repasar los trances referidos por Homero o el Taso, nos dejamos imperceptiblemente embargar por la ilusión, y nos enardecemos acá momentáneamente con asomos de ímpetu marcial; pero, ¡cuán apocada, cuán yerta es la sensación que nos cabe en la soledad del estudio!

               La inmortalidad prometida tan vanidosamente por los sacerdotes era de algún modo otorgada por los bardos. Este tipo singular de hombres ha atraído merecidamente el interés de todos los que han intentado investigar las antigüedades de los celtas, los escandinavos y los germanos. Su genio, el carácter así como la reverencia atribuible a ese importante oficio han sido suficientemente ilustrados. Pero no podemos expresar tan fácilmente ni siquiera concebir el entusiasmo por las armas y la gloria, las cuales encendían el corazón de su audiencia. Entre un pueblo culto, un gusto por la poesía es más una diversión de la fantasía que una pasión del alma. Y, sin embargo, cuando examinamos con sosiego los combates descritos por Homero o Tasso, somos seducidos por la ficción y sentimos un resplandor momentáneo de ardor marcial. ¡Pero qué débil, qué fría es la sensación que una mente pacífica puede recibir en la soledad del estudio!

Con un toque de maquillaje aquí y allá, la vieja traducción de Mor resultaría hoy más que apañada. Y desde luego más útil, porque, por muy buena que sea esta nueva traducción de Sánchez de León, la editorial Atalanta ha escamoteado a los lectores más de un tercio de la obra original: todas las notas, que en el caso de Gibbon forman parte de la concepción histórica y estética de la obra, y que convierten su monumental tratado en un recorrido inigualable por la literatura clásica. Porque cualquiera que haya leído a Tácito sabrá que Gibbon se limita a recrear majestuosamente su Germania (la misma que usaron luego los nazis, y eso que Tácito los pone a caldo), pero si solo lee esta traducción de Atalanta estará por creer que Gibbon copiaba de los antiguos sin citar sus fuentes. Gibbon no ahorra ni la más mínima referencia bibliográfica, por anecdótica que resulte, ni la menor discusión ni la más breve amplificación, y ello forma parte de su grandeza y del encanto de su obra.
De modo que habrá que leer el tomazo de Atalanta con las notas de Turner, todo sea para mayor gloria del gran Gibbon, aunque de momento me he lanzado a pelo a la traducción de Atalanta. Yo no soy historiador ni leo buscando las verdades. En este caso la verdad es el propio Gibbon, su arte de narrar, que es lo que a mí me interesa. Un poco antes de esta sección sobre Germania (acabo de empezarlo, solo llevo una décima parte leída, unas trescientas páginas) Gibbon traza un rápido bosquejo de la extensión del imperio y sobre todo de las razones por las que Adriano deshizo la obra del impetuoso Trajano y siguió, quinientos años después, el diagnóstico y las recomendaciones de Tucídides para una guerra muy distinta: no traspasar las fronteras de lo razonable y, si no hay fronteras razonables, establecerlas. Es la razón por la que levantó el muro británico y por la que dejó a los partos a su aire, se olvidó de emular a Alejandro Magno y empleó su tiempo en algo más productivo, por ejemplo leer. Claro que ni tanto ni tan calvo, ni la belicosidad de Trajano ni la mansedumbre de Antonio Pío, que ya tiene nombre de Papa, de uno de esos papas que vivirían ensobinados en su solio pontificio y solo saldrían de palacio para dar las bendiciones de Semana Santa. Gibbon lo trata con ironía, pero tampoco tanta como para que se le escape que en tiempos de Antonino Pío el imperio estuvo en paz. Esta raza de hombres apocados ha sido muy útil para la historia de la humanidad. Siempre y cuando fuesen sabios, porque Claudio también era un pánfilo pero, según Gibbon, “el más estúpido de todos los emperadores”. Así que el modelo, más incluso que Marco Aurelio (de quien Gibbon destaca cierta inconstancia, cierto fondo atrabiliario), es Adriano, que no dejó de viajar por todo el imperio pero jamás traspasó los límites que por otra parte ya había establecido el divino Augusto.
Digo que, después de un largo bosquejo de los tiempos de la Pax romana, la Roma de los Antoninos, la del grado mayor de perfección que hubiera alcanzado nunca el imperio (después de una dinastía degenerada, eso sí), Gibbon cierra el foco de las generalidades y dedica unas páginas interesantísimas a explicar cómo era el armamento romano, sus métodos de instrucción y las medidas y el color de su impedimenta. A los grandes manchones históricos suceden figuras muy cercanas, curiosidades antropológicas, antes de levantar de nuevo el vuelo hacia más profundas discusiones. Pero cuando le llegue el turno a la Germania tirará, como digo, de Tácito y aprovechará que el tema se presta más al lucimiento descriptivo, a la maestría explicativa, enumerativa, al fresco entretenido.
Gibbon no solo alterna los registros para dar más variedad a la narración, sino que emplea otro método, también muy clásico, que la moderna historiografía se ha empeñado en perder casi por completo. La ciencia está empeñada en que la historia debe guardar la proporcionalidad. No puede ser que se le dedique el mismo espacio a las curiosidades antropológicas que a cien años de acontecimientos. La historiografía moderna está poseída por la simetría, y el arte antiguo, el arte de Virgilio, nunca fue simétrico. las obras de arte son equilibradas, no necesariamente simétricas. Las medidas de la realidad desdibujan el objeto. Para llegar a él, para entrar en él, hay que desproporcionarlo. El secreto de Gibbon, como el de cualquier buen narrador, es utilizar esas dos variables, el cambio de registro y la desproporción, para dotar a la obra de toda la fuerza que necesita y procurarle ámbitos adecuados para que se desarrolle de un modo artístico, sin por ello faltar a la verdad. Cuando los historiadores modernos hablan de perspectiva supongo que quieren decir lejanía, porque la perspectiva consiste en deshacer las dimensiones, en falsearla para llegar a una imagen más coherente, para, literalmente, mirar hasta el fondo, traspasar con la mirada. Fascina cómo sabe Gibbon cuándo tiene que girar sin que se cumpla ningún número exacto, cuándo debe relajar el relato, cuando elevar la música, cuándo sostener el tono. Eso no es cosa de historiadores modernos, que siempre van con croquis y cuadrantes, que no se ponen al servicio de la narración para que sea ella y sus leyes internas las que desvelen una imagen más profunda de la realidad.
Y todo esto por no hablar de la de páginas que me suenan no por haberlas leído en manuales eruditos sino en libros de ficción, o como poco de prosa y ensayo literario, de Thomas de Quincey y los mandarines (mi querido Charles Lamb entre ellos) a Borges o Cunqueiro, todos ellos devotos saqueadores de los minuciosos y sorprendentes conocimientos que traslada Gibbon, como lo han sido las generaciones de historiadores que en el fondo se han limitado a ampliar los detalles de esta impresionante obra, no por larga sino por heroica, por épica, sobre todo teniendo en cuenta las condiciones en que la escribió. Pero eso forma parte de sus deliciosas Memorias, otro modelo de cómo se escribe un libro.
               Es notorio que Gibbon no encontró verdadero placer en las relaciones sociales o familiares, y mucho menos sentimentales, y que su refugio, su modo de vencer a una vida que no le entusiasmaba en absoluto, fue bucear en el pasado, hacerse presente en el pasado y hacer del pasado un horizonte, y así sobrevivir a la decepcionante actualidad. Ahora, en medio del derrumbamiento, nos bañamos en su prosa y subrayamos con un lápiz de Ikea noticias raras y curiosas, siempre significativas, que algún día vendrán como de molde cuando queramos hablar de política internacional o narrar algún acontecimiento remoto. 

26.4.12

Fragmentos



Cuando murió Labordeta escribí un artículo para el periódico (ya solo publico los obituarios, me estoy especializando en la muerte) y aproveché para leer su cancionero y entresacar aquellos versos que me hacían gracia, cualquier tipo de gracia. Ahora, ojeando pantallas viejas, ha salido el resultado de aquella búsqueda. Teniendo en cuenta que al final solo cité los versos que ya sabía (los que sabe todo el mundo), me pregunto qué sentido tan raro de la documentación tengo en medio de este wikimundo de citas fáciles. La razón por la que no usé esa antología de citas es que yo no escribo de la documentación al texto sino del texto a la documentación. Es decir, escribo sin citar, o citando lo primero que me viene, y luego, si acaso, busco alguna flor de búcaro que quede mona. Si alguna vez lo he hecho al revés, no me salía un artículo sino una vitrina, una monada. En este caso supongo que cuando terminé el artículo no sabía dónde meter citas que no fueran pleonásticas o me exigieran alargarlo demasiado.
               Pero guardo buen recuerdo de esta pequeña antología porque fue compilada por motivos prácticos, es decir, como un puñado de citas que igual valen para un roto que para un descosido. Yo soy más lector de versos que de poemas. Todos los grandes poetas tienen una antología de poemas pero pocos una de versos, de fragmentos peculiares, algo así como los restos de los poetas arcaicos griegos. Siempre he pensado que, aparte del azar y el tiempo, los responsables de esas ruinas venerables son los propios versos, su capacidad para ir de boca en boca y de pluma en pluma, y casi me inclino por pensar que solo sobrevivieron los mejores.
               Así que no sé si resultó útil o inútil. Por si acaso, por si alguien sí le ve la utilidad a esta manera de deshuesar un cancionero, lo dejaré guardado en este otro armario, que por lo menos tiene puertas de cristal.

1974
Cantar y callar

Aragón
Polvo, niebla, viento y sol
y donde hay agua, una huerta;
al norte, los Pirineos:
esta tierra es Aragón.

Y con él van en compaña
las gentes de estas vaguadas,
de estos valles, de estas sierras,
de estas huertas arruinadas.
Todos repiten lo mismo

Todos repiten lo mismo
cuando dicen que se marchan.

Tenía viento y carreta
y recuerdos de la guerra,
barro, sol, piedra y paisaje
y un regancho de agua muerta.

con la rabia que produce
abandonar lo que se ama.
Yo soy igual
Yo soy igual que mi padre,
mi padre fue labrador,
yo soy igual que mi padre
Los leñeros
Camino de la ciudad
van los leñeros.
Bajan leña, bajan fuego,
bajan hambre y soledad.

La cogieron con sus manos
en los neveros.
Largas horas, largos días,
tristes meses, tristes años.

De vuelta de la ciudad
van los leñeros.
Se quedaron sin la leña
sí con hambre y soledad.
Las arcillas
Sólo quedan los viejos
y los barrancos,
como esqueletos rotos
contra la tarde
El poeta
Caminos son
abiertos por su fuerte voz
lanzada contra cierzo y sol
y contra tantos siglos de dolor.
Cuando se agosta el campo
La sierra blanquinegra,
lejana y fría,
que acomete a los hombres
día tras día

Cuando se agosta el campo
y se hace sol el cielo,
sólo queda el camino
como consuelo.
La vieja
La tristeza de tus ojos
de tanto mirar,
hijos que van hacia Francia
otros hacia la ciudad.

Siempre te recuerdo vieja
sentada frente al portal,
repasando antiguas mudas
que ya nadie se pondrá.

Siempre te recuerdo vieja
nunca te podré olvidar,
eternamente paciente,
sufriendo sin más ni más.
Por el camino del polvo
(completa)
Por el camino del polvo
van en dirección a la era,
lleva los granos de trigo
que ha salvado de la tronera.

Unas veces la tronera,
otras la falta de agua
y cuando todo va bien
los precios no valen nada.

Estate toda la vida
amorrao a los secanos
pa que luego desde arriba
te lo quiten de las manos.

Por las secas barranqueras
bajan la piedra y el barro
hasta ese cauce pequeño
por el que camina un carro.

Cauce donde veinte ovejas
abrevan en el estío
y, cuando la nieve crece,
cauce que se hace hasta el río.

El aire abrasa la siembra,
el sol seca la cosecha,
y en el invierno los hielos
dejan la oliva deshecha.

De un lado al otro del pueblo
a pesar de todo andas
para ver donde te tumbas
y nunca más te levantas.
Dónde se van
Y la tarde ya apardea
ya se pone el sol nuestro amo
y la tarde ya apardea...
Canción para una larga despedida
Nadie escribió tu nombre en las paredes,
ni nadie habló de ti con voz de llanto.

1975
Tiempo de espera

Canción de cuna
sobre la tierra estéril
Tan sólo tengo manos, ajadas manos,
trabajadas por soles, vientos y barro
Carta a Lucinio
No sé quien me ha empujado
ni me ha traído

Y al fin tras tantas horas
nada tuvimos
No cojas las acerollas
toma el camino de casa
que allí te espera tu hermano
y entre los dos hay que levantar
A varear la oliva
A eso del mediodía
y el sol subido
detenemos el tajo
para un respiro

Contigo a no sé dónde
aquí no hay sitio
ni lugar ni trabajo
Ya ves
Cf.
Ya llegó la sanjuanada
No, no volverán ya más
a estos páramos yertos.
No, no volverán ya más
a estos desiertos.
Homenaje a Víctor Jara
Pienso en la última tarde
cantando tus canciones
frente a la gran montaña.

como un toro que surge
en una tarde clara
frente a la tierra parda
Canto a la libertad
Cf.

1976
Cantes de la tierra adentro

Cantes de la tierra adentro
y en las tierras turolenses
sólo se queda el pinar

Une tu mano conmigo
une tu mano y verás
como los que nunca oyeron
empezarán a escuchar:
el agua será del yermo,
la tierra de cada cual
Parábola al modo brechtiano
(o El milagro de Lamberto)
Voy a entrecavar tomates,
a sembrar trigo y cebada.
No te quedes en la puerta

No te quedes en la puerta
entra hacia dentro
que de la cocina al fuego
es tuyo, es nuestro
Serenamente hablando
Serenamente hablando digo hoy
que es duro caminar
sobre tierra baldía

Serenamente hablando quiero decir
que hace falta valor
para seguir aquí.
Serenamente hablando quiero gritar
que aquí está nuestro sitio
y no en otro lugar.
Rosa rosae
Salimos adelante,
nunca sé la razón,
quizás como testigos,
o náufragos o heridos,
Coplas de Huesca
No te quedes en el fuego
que no es cosa de dormir
átate las alpargatas
que sí, que sí es cosa de seguir
Puesto que el joven azul
de la montaña ha muerto
Puesto que el joven azul
de la montaña ha muerto,
es preciso partir.

1977
Labordeta en directo

Coplas del tión
Si yo encontrase una moza que se quisiera casar
me quedaría en el valle y me pondría a labrar.

Hay que ver que dolor tengo por no encontrar solución
en la cama de mi casa y no ser ya más tión
Canta compañero canta
El miedo tiene raíces
difíciles de arrancar

Por el alba del camino
a tu hermano encontrarás,
dale la mano y camina
hasta llegar al final
Todos repiten lo mismo
Tenía viento y carreta
y recuerdos de la guerra,
barro, sol, piedra y paisaje
y un regancho de agua muerta
Planta un árbol
la vida es implacable con el hombre,
la historia no se puede parar

1978
Que no amanece por nada

Compañeros

Qué larga ha sido la noche,
y el alba que tanto tarda:
salid al camino hermanos
que no amanece por nada,
Cierzo

Sopla duro, paisano,
sopla de golpe,
libéranos a todos
de quien oprime al hombre
Tú cantarás por todos
Tú cantarás por todos,
por los muertos, por los vivos
Crónicas de paletonia
Apenas si era mil ocho los paletones
pero hicieron de esta tierra
una tierra sin razones,
sin ovejas, ni ganado,
sin labrador, ni pastores.
Hermano hombre
Todo es un tigre merendando
Acuérdate

Siempre harás mas de lo que has hecho:
acuérdate, acuérdate.

Ese ser de ojos asombrados
que contempla los años con nostalgia,
puede ser tu hermano, tu enemigo,
puede ser tu guía o tu amenaza.
Puede contigo hacer el viento,
la guerra, la esperanza,
o convertir tu vida en un desierto.

Ese que mira con descaro
la fría soledad de los espacios
puede contigo atravesar el mundo,
Amarga compañera
Sabes como la yerba,
como el pantano,
amarga compañera:
dame la mano
Inciertas mañanadas
corriendo entre los campos
nace la alfalfa,
crecen los trigos,
las sementeras

Haz saltos que iluminen
tu tierra oscura
y combate con ellos
la singladura
de los que nada tienen,
porque a estos nunca,
con el agua sobrante,
les fue traída
una cosecha cierta
que asegurase
trabajo todo el año
sin alejarse
Porque avanzamos juntos
Qué lejos queda ya
aquella incierta edad
donde se prohibía
hablar de libertad

hablábamos del hombre
y sobre todo
sentimos sobre el rostro
sus presidios,
su muerte vegetal
en el agosto

Cuando sus ojos cantan
cantamos todos:
canta la soledad
y canta el río,
canta la calle entera,
canta el olvido

1979
Cantata para un país

Introducción y Vengo a hablaros
No vengo a hablaros del viento,
ni a maldecir de los fríos;
vengo a hablaros de unas tierras,
y unos paisanos, los míos.
Ponte contento
Vamos a hacer que esto acabe
autonomizando todo
Albada
Cf.
Todos son
Entre ellos y nosotros
vamos a tener que hacer
una tierra en donde quepan
todos de una santa vez.
Poema
ahora que la lluvia
recorta suavemente
los ruidos en la calle

Tantos trozos de vida recordamos
que el alba nos asaltó de golpe,

1981
Las cuatro estaciones

Jota

La luz que me trae agosto
quisiera verla en tu pelo,
y entre tus brazos morenos
consolar la sed que tengo
Poema 2 (o Amarillea todo)
Amarillea todo
hasta esos pájaros que huyen
de las primeras voces
de la niebla.
La zambomba

Cuando ya se ha calentado
continúa su camino;
somos un pueblo que anda
sin encontrar su destino
Nana

Las duras jornadas
de escarcha y de boira
de frío en el cuerpo
de hielo en el alma
Ya viene marzo con flores
la alegría de vivir.
De vivir en una tierra
donde encuentres el sentir
porque sean compañeros
los que están cerca de ti.
El Mayo

Un mayo pulido
de flores hermosas
que haga de nosotros
un pueblo sin sombras.

1984
Qué queda de ti

Qué queda de ti, qué queda de mí
¿Qué queda de mí?
¿Qué queda de ti?
Elegía del misil
mamá que es comprensiva,
muy buena y bondadosa,
seguro que me dice
que me vaya a rezar.

Un misil, un misil
para Navidad.
Mandárselos a Reagan
para la Navidad.
Con tus manos
Cf. recuento
A Georges Brassens
Cf.
Viejo País

Qué te puedo decir
a ti, viejo País,
si tu barro me sabe
a recuerdo infantil

1985
Aguantando el temporal

Aguantando el temporal
y el campesino canta,
por no llorar
De aquel tiempo pasado
De aquel tiempo pasado
quedan nombres de calles,
anuncios olvidados,
muñecas de Pekín;
quedan tiernos paisajes
con la niebla a jirones
sujeta al pretil
y un señor a caballo
que mandaba en Madrid:
De aquel tiempo pasado
queda el viento sin fin.
Carta de casa
Aquí madre está vieja,
igual que el tiempo,
y el abuelo Manuel
ya lo internamos
por aquella locura de insensato
de salvar del naufragio
al sindicato.

De la fábrica vieja
nada queda,
por vender se vendieron
los escombros
de la última vez que hicisteis huelga
y tirabais enteros
los armarios

Y nada más, entiéndeme,
todo lo mismo
con unos años más,
más pesimismo
Zarajota blues
La amo
la odio
le tengo un cariño ancestral
Crónica del regreso
Y de golpe me encuentro en mi casa,
forastero en donde nací,
forastero también
en el tajo
donde yo levanté con mis manos
lo que uno trabaja por mil.
¡Eh, tú!

Ahora que ya no se creen
casi ná de ná
de este personal
y miran perplejos
a quienes seguimos
metiéndoles caña
con ingenuidad

¡Eh, tú!
qué hacemos ahora
con esta juventud
que nos margina,

1986
Tú y yo y los demás

Abrí todas las puertas
(o Pequeña libertad)
Bajo qué árbol descansas,
huyendo, como vas,
de tanto fuego vivo
que te quiere quemar
y hacer que nunca puedas
unirte a los demás
de regreso al hogar,
pequeña libertad.
Aragón blues

y que se nos llevan el agua,
mecagüen Reus que se nos llevan el agua
Ya ves
Recuérdame,
como un árbol batido,
como un pájaro herido,
como un hombre sin más.
Recuérdame,
como un verano ido,
como un lobo cansino,
como un hombre sin más.
Me dicen que no quieres
De esta tierra hermosa
dura y salvaje
haremos un hogar
y un paisaje.
Albada

Esta albada que yo canto
es una albada guerrera
que lucha porque regresen
los que dejaron su tierra.
Tú y yo y los demás
la ciudad viste
colores suaves,
de raso y tergal,
Somos

de manos contra manos
izando la igualdad

Somos
igual que nuestra tierra
suaves como la arcilla
duros del roquedal
Aragón
Polvo, niebla, viento y sol
y donde hay agua, una huerta;
al norte, los Pirineos:
esta tierra es Aragón
Canto a la libertad

entre todos aquellos
que hicieron lo posible
por empujar la historia
hacia la libertad.

Que sea como un viento
que arranque los matojos

1987
Qué vamos a hacer

Qué vamos a hacer
Qué vamos a hacer,
qué vamos a hacer
cuando el futuro
venga con nosotros
a tomar café.
Joven paloma

No quiero que del suelo
tú me levantes
porque amo la tierra
y este paisaje.
Este paisaje duro
que crece altivo
levantando su cuerpo
tan malherido.
Tan malherido vive
como yo vivo
mientras tú te recreas
con los olvidos.

Formas de estar contigo
sin el olvido
de la tierra callada
que hemos vivido
Mi barrio
y en medio del calor
las siestas producían
un sonoro silencio
donde se oía el sol.

a nostalgia de los pinos
que veías en tu infancia
allí, en aquel pueblo,
olvidao de la montaña.
Allí

Cuando ahora te nos hundes
y con tus manos sujetas
la nostalgia, en tus ojos
la alegría porque piensas
que regresas a tu casa
allí, en aquel pueblo
olvidao de la montaña.
Llegar al mar
Quiero llegar al mar
que desconozco
para huir de la furia
del árbol y la piedra

y escapar de este cierzo,
de esta sed y esta herida

"De aquí no salgo
porque no me gusta el mundo"
Pavana

A tu padre, cansado y silencioso,
le decías: "Padre, ¿qué haces aquí?"
musitaba palabras sin sentido
y seguía sentado frente a ti.
Guárdate

guárdate
de las viejas historias triturada

guárdate
de las tardes de estrellas y nevadas

1989
Trilce

Trilce

y en tus ojos descubrí la calma
de caminar despacio por los días
la soledad, la aurora y la distancia.

de ti guardo el olor a primavera
Aire

Ahora te presiento duro y frío,
con la misma cansada soledad
con que mueven los hombres el olvido
de la infancia que se quedó detrás.
Juana

la mano segura
que te indica bien
lo que tú no ves:
Estoy hablando de una mujer.
Nieve en abril
(o Para Ángela)
y luego allí
donde da la vuelta el viento
te toparás con los sueños
olvidados por el tiempo.
Apenas una vida
apenas una sombra en una casa
y el silencio que nos dejó al marchar:

Cuando eran oscuros tiempos
y la vida era igual
que un paisaje tierra adentro:
seco, duro y de desierto.
Por eso hoy quiero volver
a estar contigo en sosiego:
Hay que seguir
al lado de la tierra.

mientras las ausencias hacen
sentirnos a todos lejos.
Con tu voz
Una tarde cualquiera de agosto
entre luces rompiendo el calor
volveré a tus manos ausentes
como vuelve a la sombra el rincón
y en las viejas y rotas quebradas
donde el tiempo nos hizo a los dos
buscaremos un lugar muy quedo
donde crezca otra vez el amor.
Para qué sirvió
Si en oscuros trenes
vas a trabajar
por países densos
viejos como el mar
y en la lejanía
guardas la nostalgia
de tu infancia quieta
en la inmensidad.
Si eres extranjero
allí donde estés
porque te lo gritan
una y otra vez
sin que tú comprendas
cómo puede ser
que desde muchacho
nadie te dé fe:
Para qué sirvió
la muerte de Sacco y Vanzetti.
El espejo

me gustaría huir
por pasillos de hielo
Banderas rotas
Cf. Recuento

1993
Canciones de amor

Mar de amor
y he prendido mis labios
a tu rostro
con la fuerza de un huracán
Si fueses como la aurora
pues viene tras de la noche
cuando empieza a clarear
Una tarde sin fin

Fue una tarde sin fin
de mediados de agosto,
yo cantaba en un pueblo
y al final de la plaza
tus ojos presidían
todo el atardecer
Canción de amor
Porque no nos ven hablar
dicen que no nos queremos,
porque no nos ven hablar.....

fatigosas mañanas
después de amar.
Cuando eres yo
Y el tiempo va creciendo entre los dos...

tú me has crecido de pronto en el camino
y me has borrado la huella que fui yo.
Con tus manos
y con tu boca una fiesta,
y con tus brazos ventanas.

y con tus besos banderas,
y con tus pechos mañanas.
Las uvas dulces
Lejos como las tardes
de aquel verano
que entre solanas altas
tomé tus manos.

1995
Recuento

Pregón
flores que gimen de pena

Teruel sostiene la base
de esta tierra que te cuento
que, a pesar de estar caída,
la aúpo con gran sentimiento.

Aragón sufre en Agosto
y en primavera se hiela,
gracias que luego el otoño
del invierno nos consuela.
Sanjuanada

Y aunque nos quiten el pan
y nos dejen sin alimento,
seguimos puestos de pie
para defender lo nuestro,

luchando contra los vientos,
contra la tierra y el cielo.
Rogativa de agua

Entre los Santos y Santos
y Vírgenes de Aragón
que nos echen una mano
a defender la Región
de tanto proyecto nuevo
de hacer especulación
y que a la larga producen
soledad y emigración.
Regresaré a la casa
(completa)
Regresaré a la casa,
la casa de mi padre,
abriré la ventana
y que la limpie el aire.

Que limpie la esperanza,
que arrastre los recuerdos,
y arranque de los muros
los retratos ya muertos.

Que azote las arañas,
las ratas campesinas
que invaden los rincones
donde murió la vida

Renovaré los suelos,
el techo y los tejados
y el muro que soporta
los cierzos más airados.

Blanquearé el silencio,
el patio y la cadiera,
y el rincón, donde los niños,
crecimos hacia fuera.

Y cuando respirables
resulten las alcobas,
traeré a mis compañeros
para iniciar la obra
de levantar un árbol
delante de la puerta,
que dé cobijo al aire
y al hombre le dé sombra.
El villano
Cuando las fiestas terminan
volvemos a la ciudad
y en el pueblo solo quedan
unos viejos y un pardal.
Cuatro novias he tenido
las cuatro se me han marchado
con cuatro mozos más guapos
que los que aquí nos quedamos.
Nana para dormir a un niño
en la montaña
Duro ha sido este verano,
dura su ausencia y trabajo,
duró seguirá el otoño
para quien no tenga tajo
A Georges Brassens
Dime joven difunto
Jorge Brassens
si con Cristo y María
te encuentras en buen plan
entonando la misa
en el viejo latín,
con cantos gregorianos
como te gusta a ti,

1997
Paisajes

La sabina
Y allí permanece enhiesta
como un monegrino más
sabiendo, como ellos saben,
lo duro que es pelear.
A veces te descubro

A veces te descubro
en la inocente mueca
de este otoño,
Habanera baturra
Desde un ibón
va esta habanera
con la retranca
de un perdedor.
Que aunque no es Cuba,
la mala uva
es una cosa,
muy de Aragón.
El decreto treinta y tres
Y siempre sigo perplejo
con mi risa de conejo
y mi aire anarco burgués
Adónde
Adónde, adónde, adónde
se fue el día de hoy
Si tus labios
Antes de que la niebla
se haga mañana
y el sol nos desconcierte
con su llegada.

Si tus labios supieran
a madrugada,
iría por las calles,
a eso del alba
buscando en los portales
tu risa franca
y encontrando de golpe
toda tu estampa.
Algunos rojos de antaño
y el rojo más pequeño
está de restaurador
jodiendo la cocina
de su abuelo el labrador

En el fondo eran rojos
de tresillo y de sillón
Corrido de Francho Blas
Quieren hacer adosados
que cubran la poca vega
y a la orilla de la ermita
meter una discoteca.

Y aquí termina señores
el corrido Francho Blas,
que nunca volvió a su tierra
por no cabrearse más.
A ti te entiendo
A ti sí que te entiendo
con tu mirada limpia

Tan solo a ti te entiendo
cuando pasas deprisa
camino de los sueños
que hacen que levantemos
los hombros de la ruina
Suceso francés
Y entre nogales floridos,
hierba, helecho y humedad
se abrió camino el amor
por un conducto ilegal, muy ilegal.
Monegros
Nunca vendrá Mayo
a esta hecatombe
de tierra atormentada.
No me digas ahora

los días agrestes
los labios vacíos

y el rostro increíble
de aquella muchacha
que tenía el cielo
como libertad.

2001
Con la voz a cuestas


Retrospectivo existente
nadie me dice dónde estuvo mi voz
ni de qué sirvió mi fuerte sombra mía

¿Dónde encontraremos todo aquello
que éramos en las tardes de los sábados,
cuando el violento secreto de la Vida
era tan sólo
una dulce campana enamorada?
Pues yo registro los bolsillos desiertos
y no encuentro ni un solo minuto mío,
ni una sola mirada en los espejos
que me diga quién fui yo.
1936
¿qué fue de nuestro vuelo de remanso,
por qué pagamos las culpas colectivas
de nuestro viejo pueblo sanguinario;
quién nos resarcirá de nuestra adolescencia destruida
aunque no fuese a las trincheras?
La voz del poeta
Sabiendo que el amor es un fracaso
El poeta
Caminos son
abiertos por su fuerte voz
lanzada contra cierzo y sol
y contra tantos siglos de dolor.
Nos haces una falya sin fondo
Miguel:
mamá te vuelve a descubrir
cada mañana
y mira tus camisas,
tus viejos pantalones,
tu boina de domingo,
tus zapatos de campo y de paseo
y te gesta de nuevo,
esta vez a lágrimas y llanto.
Los maestros
y con el Tom Waits me abrí la garganta
para cantar jotas y rancheras locas.

Sus versos de ausencia y de compromiso,
risas anarcas y de amores vivos
son los versos duros que enseñaron siempre
lo que en viejos libros nunca nos dijeron.
Escrito en el roble
uno de agosto llama alacranada
Long-play
Cuarenta fueron los baldíos años,
casi cuarenta nuestra casa oscura,

Y era un tiempo sin madre y sin amparo
y eran miles de padres bajo el suelo
y miles de cadáveres en paro,
de cadáveres en paro…

con un sonido de tinaja oscuro
Sexto recuerdo
Es doloroso, ya ves,
saberte casi muerto en medio de la vida
Poema de amor justo
Por eso nos amamos
porque miramos los mismos cromos desde hace tiempo
porque compartimos el miedo
cuando los policías buscaban a los agitadores
Adamar

Viniste como quise que vinieras,
marchándote, dejándome a solas,
con tu fondo de belleza no conquistada,
salvajemente natural, sencilla,
Ella
Hace ya tiempo
que su voz me suena a cotidiano,
como el agua, la guerra,
y las calizas grises de mi tierra

Siempre hay alguien que ha muerto

Alguien pasa al fondo de la calle, camino de su casa

y estas tierras carmín, que nos cobijan,
Teruel tiene la sangre a flor de arena
A veces me pregunto
que bien que lo pasaba
en las clases de usted
con la visión cachonda
del tiempo que se fue.
A veces me pregunto
qué hago yo aquí.
Mientras vosotros estáis
Mientras vosotros vais,
yo vengo.
Doloroso es cruzarse en el camino.
Banderas rotas
y vimos cómo al final
sólo nos quedó el recuerdo
de un mástil desarbolado
y unos jirones de tela
rotos por el vendaval.
Escucha joven poeta inadvertido
No lo olvides
del pueblo vienes
y el pueblo es tu raíz,
en consecuencia,
no hagas caso del pueblo.