11.11.12

La jornada del pastor


Geórgicas, III, vv. 322-338


Por el contrario, cuando el verano alegre
a la voz de los céfiros saque a los rebaños
al bosque y a los prados, que pasten hierba fresca
al lucero del alba, al despuntar el día,
cuando brilla un manto blanco en la pradera
y al ganado le sabe más rico el rocío
sobre la grama tierna. Después, a la hora cuarta,
cuando aprieta la sed y encienden los arbustos
chirridos de cigarras estridentes, darás
de beber al rebaño el agua que discurre
por canales de encina, orilla de los pozos
o de hondas lagunas;  y habrán de buscar
algún umbroso valle en la fuerza del calor
allá donde extienda a partir del tronco antiguo
su ingente ramaje la encina corpulenta,
consagrada a Júpiter, o allá donde cubra
un oscuro follaje de espesos carrascales
su sagrada sombra; entonces otra vez
dales un poco de agua, que pasten otra vez
hasta que caiga el sol, cuando el Véspero frío
refresca el ambiente y la luna rosada
reanima las dehesas, y se oye resonar
la zarza de jilgueros, de alciones la ribera.

1 comentario:

  1. De chaval soñaba, entre otras cosas, con ser pastor. Cuando conocí algo la poesía renacentista se me avivaron esos sueños...

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