22.12.12
8.12.12
La peste
Geórgicas, III, 474-566
Final del libro III
Aquí,
en otro tiempo, por corrupción del cielo,
un brote hubo de peste que mueve a compasión,
los
días de otoño ardían de calor,
y llevó
a la muerte a toda la cabaña,
doméstica
y salvaje, y la sangre podrida
inficionó
los lagos, envenenó los pastos.
No
había solo una manera de morir;
si la fiebre
ardiente, metida entre las venas,
había
atrofiado los miembros miserables,
manaba
otra vez abundante la pus,
la cual
poco a poco les iba corroyendo
los
huesos estragados por la enfermedad.
A
menudo, en mitad de una ofrenda a los dioses,
estando
ya la víctima de pie junto al altar,
caía
moribunda mientras le ajustaban
la
ínfula de lana con guirnalda nevada,
entre indecisiones
de los que oficiaban;
o bien,
si el sacerdote se había adelantado
a
inmolar alguna con el hierro, no arden
si al
fuego del altar arrojan las entrañas
ni al
ser consultado responde el adivino,
y al
meterles bajo el cuello los cuchillos
los
sacan sin teñirlos apenas con la sangre
y solo
por encima la arena se ennegrece
de
pútridos humores. Y por todas partes
se
mueren entre hierbas lozanas los novillos,
cabe llenos pesebres sus ánimas
devuelven;
se contagian de rabia los perros zalameros,
se contagian de rabia los perros zalameros,
y una
tos jadeante sacude a los cerdos,
las
gargantas hinchadas enfermos los ahogan.
Desfallece
incapaz de acometer esfuerzos
y ajeno
a la hierba el corcel victorioso
la
tierra con los cascos escarba sin parar,
se
aparta de las fuentes, agacha las orejas,
y al
tiempo le viene un sudor desconocido
y ese
frío que tienen los que van a morir;
el
cuero se les seca, al tacto está duro.
Aquestas
dan señales, heraldos de la muerte,
en los
primeros días: si el mal se recrudece
en su
normal seguida, entonces, ciertamente,
los
ojos les abrasan y les viene el resuello
de lo
más profundo, en ansias con gemido,
y un
recio estertor los flancos estremece,
por la
nariz les mana sangre negra, y la lengua
áspera
las fauces tumefactas les oprime.
Sirvióles
el licor Leneo ministrado
con
cuernos como embudo; se pensaban que era
para
los moribundos el único remedio.
Este
alivio era después su perdición,
pues al
verse repuestos ardían de furor
y ellos
mismos, ya en la angustia de la muerte,
(¡dadles,
dioses, mejor suerte a los piadosos,
y a los
enemigos locura semejante!)
con
dientes descarnados los miembros se arrancaban.
He aquí
que el toro, que iba echando humo
bajo el
duro aladro, se derrumba y arroja
sangre
por la boca, revuelta con espuma,
y suelta
boqueante los últimos gemidos.
Triste
va el labrador desunciendo al novillo,
dolido
por la muerte de su hermano, y deja
el
aladro clavado en mitad de la labor.
Ni las
sombras de altos bosques los reaniman
ni los
jugosos prados, ni tampoco el río,
que más
claro que el ámbar discurre entre las piedras
y va
cara la vega; sino que, al contrario,
a más
no poder llevan los lomos descolgados,
sobre
sus ojos quietos se cierne el estupor,
se
dobla por su peso el cuello hacia la tierra.
¿A qué
tanto trabajo, o el bien que nos procuran?
¿A qué
haber labrado con reja el campo duro?
Ni los
dones de Baco, los del monte Másico,
ni
manjares a espuertas les pudieron sentar mal:
se
alimentan con hojas, se toman el sustento
de
hierba muy sencilla, componen su bebida
las
fuentes cristalinas, las corrientes del río,
las
cuitas no perturban su sueño reparador.
También
por ese tiempo, en aquellas regiones,
para
los sacrificios de Juno, según dicen,
iban buscando
bueyes y tenían que llevar
los
carros de ofrendas a templos elevados
con
uros disparejos. Así que a duras penas
la
tierra con las rastras labran los campesinos,
y
entierran las semillas cavando con las uñas,
y van
por las montañas cimeras arrastrando,
los
cuellos estirados, chirriantes carromatos.
No anda
al acecho en torno a la majada
el
lobo, ni aun ronda el rebaño por la noche:
mucho
más riguroso, el miedo lo domina;
los
tímidos gamos, los ciervos huidizos
ahora
van vagando a vueltas con los perros,
al lado
de las casas. Orilla de las playas
arrojan
ya las olas crías del ancho mar
y especies
nadadoras, cuerpos de un naufragio;
las
focas a los ríos escapan extrañadas.
Perece la
culebra, que en vano se defiende
con nidos
retorcidos, y las hidras, atónitas,
con
híspidas escamas. Hasta para las aves
el cielo
no es sano y se dejan la vida
cuando se
precipitan desde las altas nubes.
Cambiar
de pastizales no sirve ya de nada,
los remedios
que buscan incluso son dañinos;
los mejores
maestros se dieron por vencidos,
Quirón
el de Filira, Melampo Amitaonio.
Arrojada
a la luz de la tiniebla estigia,
la
pálida Tisífone arrea enfurecida
a la
Enfermedad y al Miedo y se engríe,
altiva la
cabeza, cada día más voraz.
Resuenan
las corrientes y las riberas secas
y los tendidos
cerros con el mugir constante
y el
balar del ganado. Estragos a mansalva
causa y
amontona en las cuadras los cadáveres
con podre
repulsiva, en descomposición,
hasta que
a cubrirlos de tierra se deciden
y en fosas
sepultarlos. No sirven ni las pieles,
nadie puede
hundir las vísceras en agua
ni quemarlas
al fuego ni tampoco esquilar
los vellones
podridos de peste y de mugre
ni siquiera tocar la lana corrompida;
a quien
vestía esos despojos repugnantes
pústulas
encendidas e inmundo sudor
les
iban envolviendo los miembros pestilentes,
y el fuego
sagrado, sin demorarse mucho,
el
cuerpo infectado lo devoraba entero.
*
Hic
quondam morbo caeli miseranda coorta est
tempestas totoque autumni incanduit aestu
et genus omne neci pecudum dedit, omne ferarum,
corrupitque lacus, infecit pabula tabo.
tempestas totoque autumni incanduit aestu
et genus omne neci pecudum dedit, omne ferarum,
corrupitque lacus, infecit pabula tabo.
nec uia
mortis erat simplex; sed ubi ignea uenis
omnibus acta sitis miseros adduxerat artus,
rursus abundabat fluidus liquor omniaque in se
ossa minutatim morbo conlapsa trahebat.
omnibus acta sitis miseros adduxerat artus,
rursus abundabat fluidus liquor omniaque in se
ossa minutatim morbo conlapsa trahebat.
saepe
in honore deum medio stans hostia ad aram,
lanea dum niuea circumdatur infula uitta,
inter cunctantis cecidit moribunda ministros;
lanea dum niuea circumdatur infula uitta,
inter cunctantis cecidit moribunda ministros;
aut si
quam ferro mactauerat ante sacerdos,
inde neque impositis ardent altaria fibris,
nec responsa potest consultus reddere uates,
ac uix suppositi tinguntur sanguine cultri
summaque ieiuna sanie infuscatur harena.
inde neque impositis ardent altaria fibris,
nec responsa potest consultus reddere uates,
ac uix suppositi tinguntur sanguine cultri
summaque ieiuna sanie infuscatur harena.
hinc
laetis uituli uulgo moriuntur in herbis
et dulcis animas plena ad praesepia reddunt;
hinc canibus blandis rabies uenit, et quatit aegros
tussis anhela sues ac faucibus angit obesis.
et dulcis animas plena ad praesepia reddunt;
hinc canibus blandis rabies uenit, et quatit aegros
tussis anhela sues ac faucibus angit obesis.
labitur
infelix studiorum atque immemor herbae
uictor equus fontisque auertitur et pede terram
crebra ferit; demissae aures, incertus ibidem
sudor et ille quidem morituris frigidus; aret
pellis et ad tactum tractanti dura resistit.
uictor equus fontisque auertitur et pede terram
crebra ferit; demissae aures, incertus ibidem
sudor et ille quidem morituris frigidus; aret
pellis et ad tactum tractanti dura resistit.
haec
ante exitium primis dant signa diebus:
sin in processu coepit crudescere morbus,
tum uero ardentes oculi atque attractus ab alto
spiritus, interdum gemitu grauis, imaque longo
ilia singultu tendunt, it naribus ater
sanguis, et obsessas fauces premit aspera lingua.
sin in processu coepit crudescere morbus,
tum uero ardentes oculi atque attractus ab alto
spiritus, interdum gemitu grauis, imaque longo
ilia singultu tendunt, it naribus ater
sanguis, et obsessas fauces premit aspera lingua.
profuit
inserto latices infundere cornu
Lenaeos; ea uisa salus morientibus una.
Lenaeos; ea uisa salus morientibus una.
mox
erat hoc ipsum exitio, furiisque refecti
ardebant, ipsique suos iam morte sub aegra
(di meliora piis, erroremque hostibus illum!)
discissos nudis laniabant dentibus artus.
ardebant, ipsique suos iam morte sub aegra
(di meliora piis, erroremque hostibus illum!)
discissos nudis laniabant dentibus artus.
ecce
autem duro fumans sub uomere taurus
concidit et mixtum spumis uomit ore cruorem
extremosque ciet gemitus. it tristis arator
maerentem abiungens fraterna morte iuuencum,
atque opere in medio defixa reliquit aratra.
concidit et mixtum spumis uomit ore cruorem
extremosque ciet gemitus. it tristis arator
maerentem abiungens fraterna morte iuuencum,
atque opere in medio defixa reliquit aratra.
non
umbrae altorum nemorum, non mollia possunt
prata mouere animum, non qui per saxa uolutus
purior electro campum petit amnis; at ima
soluuntur latera, atque oculos stupor urget inertis
ad terramque fluit deuexo pondere ceruix.
prata mouere animum, non qui per saxa uolutus
purior electro campum petit amnis; at ima
soluuntur latera, atque oculos stupor urget inertis
ad terramque fluit deuexo pondere ceruix.
quid
labor aut benefacta iuuant? quid uomere terras
inuertisse grauis? atqui non Massica Bacchi
munera, non illis epulae nocuere repostae:
inuertisse grauis? atqui non Massica Bacchi
munera, non illis epulae nocuere repostae:
frondibus
et uictu pascuntur simplicis herbae,
pocula sunt fontes liquidi atque exercita cursu
flumina, nec somnos abrumpit cura salubris.
pocula sunt fontes liquidi atque exercita cursu
flumina, nec somnos abrumpit cura salubris.
tempore
non alio dicunt regionibus illis
quaesitas ad sacra boues Iunonis et uris
imparibus ductos alta ad donaria currus.
quaesitas ad sacra boues Iunonis et uris
imparibus ductos alta ad donaria currus.
ergo
aegre rastris terram rimantur, et ipsis
unguibus infodiunt fruges, montisque per altos
contenta ceruice trahunt stridentia plaustra.
unguibus infodiunt fruges, montisque per altos
contenta ceruice trahunt stridentia plaustra.
non
lupus insidias explorat ouilia circum
nec gregibus nocturnus obambulat: acrior illum
cura domat; timidi dammae ceruique fugaces
nunc interque canes et circum tecta uagantur.
nec gregibus nocturnus obambulat: acrior illum
cura domat; timidi dammae ceruique fugaces
nunc interque canes et circum tecta uagantur.
iam
maris immensi prolem et genus omne natantum
litore in extremo ceu naufraga corpora fluctus
proluit; insolitae fugiunt in flumina phocae.
litore in extremo ceu naufraga corpora fluctus
proluit; insolitae fugiunt in flumina phocae.
interit
et curuis frustra defensa latebris
uipera et attoniti squamis astantibus hydri.
uipera et attoniti squamis astantibus hydri.
ipsis
est aer auibus non aequus, et illae
praecipites alta uitam sub nube relinquunt.
praecipites alta uitam sub nube relinquunt.
praeterea
iam nec mutari pabula refert,
quaesitaeque nocent artes; cessere magistri,
Phillyrides Chiron Amythaoniusque Melampus.
quaesitaeque nocent artes; cessere magistri,
Phillyrides Chiron Amythaoniusque Melampus.
saeuit
et in lucem Stygiis emissa tenebris
pallida Tisiphone Morbos agit ante Metumque,
inque dies auidum surgens caput altius effert.
pallida Tisiphone Morbos agit ante Metumque,
inque dies auidum surgens caput altius effert.
balatu
pecorum et crebris mugitibus amnes
arentesque sonant ripae collesque supini.
arentesque sonant ripae collesque supini.
iamque
cateruatim dat stragem atque aggerat ipsis
in stabulis turpi dilapsa cadauera tabo,
donec humo tegere ac foueis abscondere discunt.
in stabulis turpi dilapsa cadauera tabo,
donec humo tegere ac foueis abscondere discunt.
nam
neque erat coriis usus, nec uiscera quisquam
aut undis abolere potest aut uincere flamma;
ne tondere quidem morbo inluuieque peresa
uellera nec telas possunt attingere putris;
aut undis abolere potest aut uincere flamma;
ne tondere quidem morbo inluuieque peresa
uellera nec telas possunt attingere putris;
uerum
etiam inuisos si quis temptarat amictus,
ardentes papulae atque immundus olentia sudor
membra sequebatur, nec longo deinde moranti
tempore contactos artus sacer ignis edebat.
ardentes papulae atque immundus olentia sudor
membra sequebatur, nec longo deinde moranti
tempore contactos artus sacer ignis edebat.
4.12.12
Enfermedades
Geórgicas, III, 440-473
También
te enseñaré, de las enfermedades,
las
causas y los síntomas. La sarna asquerosa
ataca a
las ovejas cuando la lluvia fría
y el
invierno crudo se meten hasta el tuétano
con sus
escarchas blancas, o si el sucio sudor
en la
piel ya esquilada se quedó adherido,
y
zarzas puntiagudas su cuerpo desollaron.
Por eso
los pastores sumergen el ganado
en
corrientes de agua dulce y el mardano
baña el
vellón mojado entre los remolinos
y se lo
va llevando la corriente; o bien
el
cuerpo esquilado de amargo alpechín
les
untan y añaden azufre natural
y espuma
de plata y pez del monte Ideo
y cera
mantecosa y cebollas albarranas
y
eléboro fuerte y el negro betún.
Pero
ningún remedio presta más a estos males
que
sajar con la faca la boca de la llaga:
la enfermedad
vive y se nutre si está oculta,
si se
niega el pastor a poner las heridas
en
manos de los médicos, y se queda sentado
suplicando
mejores auspicios a los dioses.
Cuando ha
penetrado el dolor en los huesos
de la res
baladora y se torna muy violento,
y
estraga los miembros la fiebre sitibunda,
aún es
mejor sacar la ardiente calentura
sangrándole
la vena que late entre las uñas;
así
hacen los bisaltas y el gelono feroz,
que huyendo
al Ródope y los desiertos getas
leche bebe
cuajada con sangre de caballo.
Si a lo
lejos vieras que alguna oveja
busca
la dulce sombra o cansina mordisquea
las
puntas de las hierbas y va siempre la última
o en
medio del campo se tumba a pacer
y se recoge
sola, ya entrada la noche,
ataja a
escape el mal con el cuchillo, antes
de que
el terrorífico contagio serpentee
por todo
el incauto rebaño. Pues no tantas
tormentas se desatan en aguas
turbulentas
como enfermedades padecen los
ganados.
Que no atacan los males cabeza
por cabeza
sino a la dehesa entera de
repente,
las crías, el rebaño, el
encaste entero,
del primero al último, todos a
la vez.
Lo
sabrá el que mire, ahora, todavía,
después
de tanto tiempo, los Alpes levantados,
las quintas
montañosas que quedan en la Nórica,
los
campos de Yapidia, que riega el Timavo,
y los
reinos desiertos de aquellos pastores,
y a lo
largo y ancho, bosques abandonados.
*
Morborum
quoque te causas et signa docebo.
turpis
ouis temptat scabies, ubi frigidus imber
altius ad uiuum persedit et horrida cano
bruma gelu, uel cum tonsis inlotus adhaesit
sudor, et hirsuti secuerunt corpora uepres.
altius ad uiuum persedit et horrida cano
bruma gelu, uel cum tonsis inlotus adhaesit
sudor, et hirsuti secuerunt corpora uepres.
dulcibus
idcirco fluuiis pecus omne magistri
perfundunt, udisque aries in gurgite uillis
mersatur, missusque secundo defluit amni;
perfundunt, udisque aries in gurgite uillis
mersatur, missusque secundo defluit amni;
aut
tonsum tristi contingunt corpus amurca
et spumas miscent argenti uiuaque sulpura
Idaeasque pices et pinguis unguine ceras
scillamque elleborosque grauis nigrumque bitumen.
et spumas miscent argenti uiuaque sulpura
Idaeasque pices et pinguis unguine ceras
scillamque elleborosque grauis nigrumque bitumen.
non
tamen ulla magis praesens fortuna laborum est
quam si quis ferro potuit rescindere summum
ulceris os: alitur uitium uiuitque tegendo,
dum medicas adhibere manus ad uulnera pastor
abnegat et meliora deos sedet omina poscens.
quam si quis ferro potuit rescindere summum
ulceris os: alitur uitium uiuitque tegendo,
dum medicas adhibere manus ad uulnera pastor
abnegat et meliora deos sedet omina poscens.
quin
etiam, ima dolor balantum lapsus ad ossa
cum furit atque artus depascitur arida febris,
profuit incensos aestus auertere et inter
ima ferire pedis salientem sanguine uenam,
Bisaltae quo more solent acerque Gelonus,
cum fugit in Rhodopen atque in deserta Getarum,
et lac concretum cum sanguine potat equino.
quam procul aut molli succedere saepius umbraecum furit atque artus depascitur arida febris,
profuit incensos aestus auertere et inter
ima ferire pedis salientem sanguine uenam,
Bisaltae quo more solent acerque Gelonus,
cum fugit in Rhodopen atque in deserta Getarum,
et lac concretum cum sanguine potat equino.
uideris aut summas carpentem ignauius herbas
extremamque sequi, aut medio procumbere campo
pascentem et serae solam decedere nocti—
continuo culpam ferro compesce, priusquam
dira per incautum serpant contagia uulgus.
1.12.12
Plagas
Geórgicas, III, 414-439
Aprende
a quemar también en los establos
el
oloroso enebro y a poner en fuga
con el
vapor del gálbano el áspid venenosa.
Muchas veces la víbora, de
tacto peligroso,
se escondió debajo de pesebres
sin mover,
y allí escapó asustada de la
luz,
o la
culebra, peste cruel de las vacadas,
que se
suele escurrir por las sombras del techo
y al ganado
asperjar con su veneno, buscó
el
abrigo del suelo. ¡Coge piedras, pastor,
coge un
palo, aplástala cuando se empina
ominosa
y el cuello silbando se le hincha!
Ya escondió profunda la tímida
cabeza
en su huida, cuando se parten
los anillos
de la
mitad del cuerpo y el final de la cola,
las
lentas roscas últimas arrastra sinuosa.
Se da una sierpe mala en los
montes de Calabria
que tuerce las espaldas
escamosas, el pecho
muy erguido y el vientre oblongo
jaspeado
de máculas enormes, que mientras de sus fuentes
brotan los
manantiales y mientras se empapan
las
tierras con la fresca primavera y los austros,
tan llovedores,
ella vive en los estanques,
habita
las orillas, y llena el negro buche
de ranas
parlanchinas y peces sin medida;
Después,
cuando se seca la charca y se cuartean
las tierras
abrasadas, salta a terreno seco,
y virando
los ojos encendidos, rabiosa
de sed
el campo asola y acobárdala el calor.
No me
coja un dulce sueño al aire libre
ni disfrute
tumbado en el lecho del bosque,
entre
las hierbas, cuando, mudada la camisa,
radiante
serpentea en su nueva juventud,
o al haber
dejado atrás los viboreznos,
los huevos
en el nido, remonta cara el sol
y la
lengua en la boca trisulca centellea.
*
Disce
et odoratam stabulis accendere cedrum
galbaneoque agitare grauis nidore chelydros.
galbaneoque agitare grauis nidore chelydros.
saepe
sub immotis praesepibus aut mala tactu
uipera delituit caelumque exterrita fugit,
uipera delituit caelumque exterrita fugit,
aut
tecto adsuetus coluber succedere et umbrae
(pestis acerba boum) pecorique aspergere uirus
fouit humum. cape saxa manu, cape robora, pastor,
tollentemque minas et sibila colla tumentem
deice! iamque fuga timidum caput abdidit alte,
cum medii nexus extremaeque agmina caudae
soluuntur, tardosque trahit sinus ultimus orbis.
(pestis acerba boum) pecorique aspergere uirus
fouit humum. cape saxa manu, cape robora, pastor,
tollentemque minas et sibila colla tumentem
deice! iamque fuga timidum caput abdidit alte,
cum medii nexus extremaeque agmina caudae
soluuntur, tardosque trahit sinus ultimus orbis.
est
etiam ille malus Calabris in saltibus anguis
squamea conuoluens sublato pectore terga
atque notis longam maculosus grandibus aluum,
squamea conuoluens sublato pectore terga
atque notis longam maculosus grandibus aluum,
qui,
dum amnes ulli rumpuntur fontibus et dum
uere madent udo terrae ac pluuialibus Austris,
stagna colit ripisque habitans hic piscibus atram
improbus ingluuiem ranisque loquacibus explet;
postquam exusta palus terraeque ardore dehiscunt,uere madent udo terrae ac pluuialibus Austris,
stagna colit ripisque habitans hic piscibus atram
improbus ingluuiem ranisque loquacibus explet;
exsilit in siccum, et flammantia lumina torquens
saeuit agris asperque siti atque exterritus aestu.
ne mihi tum mollis sub diuo carpere somnos
neu dorso nemoris libeat iacuisse per herbas,
cum positis nouus exuuiis nitidusque iuuenta
uoluitur, aut catulos tectis aut oua relinquens,
arduus ad solem et linguis micat ore trisulcis.