Geórgicas, IV, 1-50
Cantemos
luego al don divino de la miel,
que
baja desde el cielo: oh Mecenas, también
hacia
esta nueva parte dirige tu mirada,
dignos
de admirar serán los espectáculos
de
su pequeño mundo, los valientes caudillos,
los
pueblos, las costumbres, las luchas, los afanes
de
toda una estirpe que ahora, por orden,
habré
de describir. Labor de poca monta,
mas
no de gloria poca si númenes propicios
lo
consienten y Apolo mis súplicas escucha.
Lo primero es buscar morada y
residencia
a las abejas donde el viento no
penetre
-pues los vientos impiden llevar
sustento a casa-,
donde ni el cabrito tozón ni las
ovejas
se pongan a brincar encima de las
flores,
o la ternera que anda suelta en la
campiña
pisotee el rocío y aplaste las
hierbas
cuando están creciendo. Manténganse
bien lejos
los pintados lagartos de áspera
lomera
de las ricas colmenas, y los
abejarucos
y tantos otros pájaros, y Procne,
que en el pecho
señales de sus manos lleva
ensangrentadas;
pues todo lo devastan por
doquier, e incluso
al vuelo con el pico se llevan
las abejas,
sabroso es alimento para nidos tan
crueles.
Pero ténganse cerca las fuentes
cristalinas
los estanques lozanos de musgo,
el arroyuelo
que se desliza entre las yerbas,
y una palma
o un robusto acebuche dé sombra al
entradero,
y así, cuando los nuevos reyes, por
primavera,
que es su tiempo, hagan marchar a
sus enjambres,
y salgan a jugar las crías del
panal,
la orilla vecina será una
invitación
a irse del calor, y en mitad del
camino
de un árbol las tendrá su fronda acogedora.
Por en medio del agua, corriente
o estancada,
echa de través ramas de sauce y
grandes piedras,
que puedan en los puentes posarse
numerosos
y al sol del verano sus alas desplegar,
si resulta que el Euro mojó a las
tardineras
o las hundió desatado en aguas de
Neptuno.
Y alrededor florezcan las casias
vigorosas,
y el tomillo rastrero, que aroma
desde lejos,
y abundante ajedrea de intensa
fragancia,
y beban en la fuente del riego
las violetas.
Han de ser de angostas piqueras las
colmenas,
ya las tengas sujetas a cortezas
vaciadas
o bien estén tejidas de mimbre
perezoso:
pues la miel el invierno la cuaja
con el frío
y el calor la derrite hasta
volverla líquida.
Uno y otro extremo, tratándose de
abejas,
es de mucho temer: no en vano untan
ellas
a modo en sus moradas con cera
las rendijas,
con flores y propóleo tapan las aberturas
y a tal fin guardan goma que
habrán recolectado
más blanda que la liga y la pez
del frigio Ida.
A menudo pusieron, si la fama es
cierta,
su hogar en guaridas cavadas bajo
tierra,
y las han hallado entre los poros
de las piedras
y dentro de los huecos de árboles
podridos.
Tú, en cambio, las colmenas, que
están llenas de grietas,
con barro blando unta y cúbrelo
bien todo
y echa por encima alguna que otra
rama.
Y no dejes el tejo que crezca muy
cercano,
ni al fuego los cangrejos ponerse
colorados,
ni te fíes de charcas profundas,
allí donde
la peste del cieno es más fuerte
o donde,
cuando se las golpea, suenan las
peñas cavas
y rebota la imagen deforme de la
voz.
Protinus aerii mellis caelestia dona
exsequar:
hanc etiam, Maecenas, adspice partem.
Admiranda
tibi levium spectacula rerum
magnanimosque
duces totiusque ordine gentis
mores et
studia et populos et proelia dicam. 5
In tenui labor; at tenuis non gloria, si quem
numina
laeva sinunt auditque vocatus Apollo.
Principio
sedes apibus statioque petenda,
quo neque
sit ventis aditus—nam pabula venti
ferre domum prohibent—neque oves haedique petulci 10
floribus insultent aut errans bucula campo
decutiat rorem et surgentes atterat herbas.
Absint et picti squalentia terga lacerti
pinguibus
a stabulis meropesque aliaeque volucres
et
manibus Procne pectus signata cruentis; 15
omnia nam
late vastant ipsasque volantes
ore ferunt dulcem nidis immitibus escam.
At liquidi fontes et stagna virentia musco
adsint et tenuis fugiens per gramina rivus,
palmaque vestibulum aut ingens oleaster inumbret, 20
ut, cum
prima novi ducent examina reges
vere suo
ludetque favis emissa iuventus,
vicina
invitet decedere ripa calori,
obviaque hospitiis teneat frondentibus arbos.
In medium, seu stabit iners seu profluet umor, 25
transversas
salices et grandia conice saxa,
pontibus ut crebris possint consistere et alas
pandere ad aestivum solem, si forte morantes
sparserit aut praeceps Neptuno immerserit Eurus.
Haec circum casiae virides et olentia late 30
serpylla
et graviter spirantis copia thymbrae
floreat inriguumque bibant violaria fontem.
Ipsa
autem, seu corticibus tibi suta cavatis,
seu lento
fuerint alvaria vimine texta,
angustos habeant aditus: nam frigore mella 35
cogit
hiems, eademque calor liquefacta remittit.
Utraque
vis apibus pariter metuenda; neque illae
nequiquam
in tectis certatim tenuia cera
spiramenta
linunt fucoque et floribus oras
explent
collectumque haec ipsa ad munera gluten 40
et visco et Phrygiae servant pice lentius Idae.
Saepe
etiam effossis, si vera est fama, latebris
sub terra
fovere larem, penitusque repertae
pumicibusque
cavis exesaeque arboris antro.
Tu tamen
et levi rimosa cubilia limo
45
ungue
fovens circum et raras superinice frondes.
Neu
propius tectis taxum sine, neve rubentes
ure foco
cancros, altae neu crede paludi,
aut ubi
odor caeni gravis aut ubi concava pulsu
saxa sonant vocisque offensa resultat imago.
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