8.4.13

Colmena o dujo



Geórgicas, IV, 1-50

Cantemos luego al don divino de la miel,
que baja desde el cielo: oh Mecenas, también    
hacia esta nueva parte dirige tu mirada,
dignos de admirar serán los espectáculos
de su pequeño mundo, los valientes caudillos,
los pueblos, las costumbres, las luchas, los afanes
de toda una estirpe que ahora, por orden,
habré de describir. Labor de poca monta,
mas no de gloria poca si númenes propicios
lo consienten y Apolo mis súplicas escucha. 

Lo primero es buscar morada y residencia
a las abejas donde el viento no penetre
-pues los vientos impiden llevar sustento a casa-,
donde ni el cabrito tozón ni las ovejas
se pongan a brincar encima de las flores,
o la ternera que anda suelta en la campiña
pisotee el rocío y aplaste las hierbas
cuando están creciendo. Manténganse bien lejos
los pintados lagartos de áspera lomera
de las ricas colmenas, y los abejarucos
y tantos otros pájaros, y Procne, que en el pecho
señales de sus manos lleva ensangrentadas;
pues todo lo devastan por doquier, e incluso
al vuelo con el pico se llevan las abejas,
sabroso es alimento para nidos tan crueles.
Pero ténganse cerca las fuentes cristalinas
los estanques lozanos de musgo, el arroyuelo
que se desliza entre las yerbas, y una palma
o un robusto acebuche dé sombra al entradero,
y así, cuando los nuevos reyes, por primavera,
que es su tiempo, hagan marchar a sus enjambres,
y salgan a jugar las crías del panal,
la orilla vecina será una invitación
a irse del calor, y en mitad del camino
de un árbol las tendrá su fronda acogedora.
Por en medio del agua, corriente o estancada,
echa de través ramas de sauce y grandes piedras,
que puedan en los puentes posarse numerosos
y al sol del verano sus alas desplegar,
si resulta que el Euro mojó a las tardineras
o las hundió desatado en aguas de Neptuno.
Y alrededor florezcan las casias vigorosas,
y el tomillo rastrero, que aroma desde lejos,
y abundante ajedrea de intensa fragancia,
y beban en la fuente del riego las violetas.
Han de ser de angostas piqueras las colmenas,
ya las tengas sujetas a cortezas vaciadas
o bien estén tejidas de mimbre perezoso:
pues la miel el invierno la cuaja con el frío
y el calor la derrite hasta volverla líquida.
Uno y otro extremo, tratándose de abejas,
es de mucho temer: no en vano untan ellas
a modo en sus moradas con cera las rendijas,
con flores y propóleo tapan las aberturas
y a tal fin guardan goma que habrán recolectado
más blanda que la liga y la pez del frigio Ida.
A menudo pusieron, si la fama es cierta,
su hogar en guaridas cavadas bajo tierra,
y las han hallado entre los poros de las piedras
y dentro de los huecos de árboles podridos.
Tú, en cambio, las colmenas, que están llenas de grietas,
con barro blando unta y cúbrelo bien todo
y echa por encima alguna que otra rama.
Y no dejes el tejo que crezca muy cercano,
ni al fuego los cangrejos ponerse colorados,
ni te fíes de charcas profundas, allí donde
la peste del cieno es más fuerte o donde,
cuando se las golpea, suenan las peñas cavas
y rebota la imagen deforme de la voz.


Protinus aerii mellis caelestia dona
exsequar: hanc etiam, Maecenas, adspice partem.
Admiranda tibi levium spectacula rerum
magnanimosque duces totiusque ordine gentis
mores et studia et populos et proelia dicam.               5
In tenui labor; at tenuis non gloria, si quem
numina laeva sinunt auditque vocatus Apollo.

Principio sedes apibus statioque petenda,
quo neque sit ventis aditus—nam pabula venti
ferre domum prohibent—neque oves haedique petulci               10
floribus insultent aut errans bucula campo
decutiat rorem et surgentes atterat herbas.
Absint et picti squalentia terga lacerti
pinguibus a stabulis meropesque aliaeque volucres
et manibus Procne pectus signata cruentis;               15
omnia nam late vastant ipsasque volantes
ore ferunt dulcem nidis immitibus escam.
At liquidi fontes et stagna virentia musco
adsint et tenuis fugiens per gramina rivus,
palmaque vestibulum aut ingens oleaster inumbret,               20
ut, cum prima novi ducent examina reges
vere suo ludetque favis emissa iuventus,
vicina invitet decedere ripa calori,
obviaque hospitiis teneat frondentibus arbos.
In medium, seu stabit iners seu profluet umor,               25
transversas salices et grandia conice saxa,
pontibus ut crebris possint consistere et alas
pandere ad aestivum solem, si forte morantes
sparserit aut praeceps Neptuno immerserit Eurus.
Haec circum casiae virides et olentia late               30
serpylla et graviter spirantis copia thymbrae
floreat inriguumque bibant violaria fontem.
Ipsa autem, seu corticibus tibi suta cavatis,
seu lento fuerint alvaria vimine texta,
angustos habeant aditus: nam frigore mella               35
cogit hiems, eademque calor liquefacta remittit.
Utraque vis apibus pariter metuenda; neque illae
nequiquam in tectis certatim tenuia cera
spiramenta linunt fucoque et floribus oras
explent collectumque haec ipsa ad munera gluten               40
et visco et Phrygiae servant pice lentius Idae.
Saepe etiam effossis, si vera est fama, latebris
sub terra fovere larem, penitusque repertae
pumicibusque cavis exesaeque arboris antro.
Tu tamen et levi rimosa cubilia limo               45
ungue fovens circum et raras superinice frondes.
Neu propius tectis taxum sine, neve rubentes
ure foco cancros, altae neu crede paludi,
aut ubi odor caeni gravis aut ubi concava pulsu
saxa sonant vocisque offensa resultat imago.  

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