19.2.24

Caballo

Cuaderno de invierno, 61


Aparte de las cabras y de las ovejas, vemos estos días algún que otro caballo rondando por la vega. Los hay de dos clases sociales bien distintas. En las mañanas de sol puede verse un hermoso alazán de patas blancas que cabalga un jinete con aspecto jerezano, gorra campera y chaleco lleno de bolsillos. Lo trae hasta un maizal ya cosechado y ahí practica con él ejercicios de doma, le cambia el paso, lo hace andar de lado, recular, o que trote levantando mucho las rodillas, o se arranque al galope hasta el ribazo. Más de una tarde lo he visto a él y a otros dos muy parecidos, con mantas protectoras, pastar en un bancal junto a su cobertizo, pero en las noches de hielo, y mucho menos en el temporal de principios de invierno, no se los veía por la vega, seguro que estarían a resguardo en algún establo caliente, entre paja limpia y seca.
Pero más adelante hay un poni royo, en un cercado de alambre, y otros dos caballos menos lustrosos, uno negro despintado, más grande que el otro, blanco sucio y con hechuras de burdégano. No tienen un mal techo en el que cobijarse cuando por las noches cae la rosada ni cuando a mitad del día pica el sol. De buenas maneras y sin que se me notase mucho, le pregunté al dueño, un día que estaba descargando una paca de paja para dejarla allí tirada, si iba a dejarlos todo el invierno. «No, no», me dijo, «cuando se gire el mal tiempo me los llevaré a una nave que tengo». Esto fue antes del temporal, pero entonces ya las noches eran frías y los pobres jamelgos bebían agua en una bañera vieja, llena de hojas y de arenilla, y más de un día los vi que lamían las últimas gotas sucias del fondo. Eso sí, el dueño, muy ufano, me los ofreció por si algún día quería dar un paseo…

Desde que cedió el temporal paso casi todos los días por el cercado y me alegro por ellos cada vez que no los veo. Aunque por el día se pueda ir a cuerpo gentil, esta noche, por ejemplo, el termómetro ha bajado hasta los tres bajo cero y ha habido que meter a los mastines aunque no quisieran. Estos caballejos son rústicos, peludos, seguro que aguantarían, pero así yo también me quedo más tranquilo.

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