19.7.05

Excremento

Los vecinos del Ensanche de Teruel están muy alarmados por la proliferación de cagarrutas en la vía pública. Los ciudadanos han organizado reuniones y mesas redondas, asambleas, charlas coloquio y hasta ciclos de conferencias para tratar el tema.
Todas las iniciativas civilizadas son muy loables, pero yo tengo que echar aquí el viejo naipe del pesimismo. Mucho me temo que quienes no se paran ni a mirar dónde ha cagado su mascota seguirán haciéndolo, y como mucho disimularán cuando pase un guardia, y cuando los cojan in fraganti se defenderán acusando a cualquiera, o enarbolarán su derecho a ensuciar las calles porque también pagan impuestos, y si algún vecino, como se hacía antiguamente, se atreviese a censurar su actitud, estos individuos sacarían un jierro y llenarían el aire de blasfemias, amenazas y molinetes, o les achucharían al sabueso que hubieran sacado a mear, que suele ser tan torpe y violento como su dueño; y eso sucederá por más que, como pasa en las ciudades limpias, no haya un solo sitio desde el que el paseante no pueda ver una papelera, y aunque, como hacen otros ayuntamientos, el dueño de un perro tenga siempre a su alcance unas prácticas bolsitas, opacas y alargadas, que no se rompen ni se calan, para recoger con mimo, sin apretar, como se tocan los objetos delicados, las deposiciones de su perro.
Pero hay algo que no arreglan las bolsas de plástico. Da la impresión de que mucha gente estuviera perdiendo la vergüenza de ser estúpida o el complejo de ser bruta, como si creyesen que con su vida pagan sus destrozos, que les asiste el derecho a no pensar con la cabeza como compensación a una existencia que los decepciona. Pasan el tiempo imaginando recriminaciones a su incivismo, que ellos traducen en su cerebro enfermo como provocaciones para la pelea. Forman parte de una plaga de agresiva mala educación cuyo principio está en las inofensivas gualdas de los animalicos, pero sus dueños son los mismos que tiran las botellas rotas en el parque, y los que cuando van al monte se ríen de los guardias forestales y van a bañarse sin apagar el fuego.

1 comentario:

  1. Hay que ver lo ocupado que puede estar uno cuando está de vacaciones.... por eso he tardado en contestar a tu sugerencia, porque he tardado en leerme tu novela. No he terminado aún, de hecho,tú tampoco has terminado aún, pero no quería irme de vacaciones (otra vez, qué vida se pegan los profesores...) sin decirte que me está subyugando. No me gustan especialmente las novelas con trasfondo histórico, pero tengo que reconocer que estoy enganchada a la historia del corresponsal británico. Creo que has acertado al elegir la época, y la historia, no sé si como pretexto para hacer un libro de viajes por tu amado Teruel o a la inversa, pero lo cierto es que resulta muy atractivo. Creo que a los lectores veraniegos del Diario de Teruel les va a encantar,además de darse un paseo por su tierra, comprobar como se inscribe en un episodio de la Historia de España, como son las guerras carlistas. Me gusta el retrato que haces de los jerifaltes carlistas, sobre todo del aspirante a rey ( me recuerda a alguno más reciente...), y sobre todo, la gente llana, la verdaderamente importante en cada historia (intrahistoria). No me queda muy claro (será que no he avanzado lo suficiente) qué le pasa al pobre Miguel mesmerizado (¿se dice así?), pero creo que es un contrapunto misterioso que le viene muy bien a todo ese realismo de la guerra que asola pueblos y gentes. Bueno, resumiendo, que me está gustando mucho, a ver si cuando vuelva puedo acabarla. Enhorabuena, y otra vez, feliz verano, Besos a Inma.
    Raquel.

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