10.1.07

Manifestación


Diario de Teruel, 10/1/2007
Estimados ecuatorianos:
Me imagino que estaréis alucinando con el bochornoso espectáculo que los políticos del país en el que vivís y trabajáis están ofreciendo a cuenta de la muerte de Diego Armando Estacio y Carlos Alonso Palate. Lleváis tiempo viviendo aquí, pero quizás haya ciertos detalles sobre la convivencia en España que aún os suenen raros.
No os espante, por ejemplo, que un sujeto como Ibarretxe pase de vuestros compatriotas y aproveche su muerte para medrar y sugerir que aquí no ha pasado nada; no os extrañe porque en el País Vasco hay pocos inmigrantes, y en los pueblos más arkádicos y euskaldunes, casi ninguno. Ellos dicen que no os necesitan, pero la verdad es que no os quieren. Ni a vosotros ni a nosotros, así que tampoco os sintáis muy ofendidos.
No os indigne que el portavoz de la Asociación de Víctimas no quiera ir a llorar por vuestros muertos. Con ese hombre no se mete nadie porque se supone que representa a los que ya no están, cuando en realidad, so capa de un legítimo dolor, representa una opción política más, y le importan más las elecciones que vuestra memoria, y a veces pienso que más incluso que la memoria de aquellos a quienes representa. Ni os extrañe que el Partido Popular se enzarce en tonterías para tampoco ir, porque ellos van a lo que van, y todo lo que digan el domingo servirá para dar idea de que estamos al borde de un cataclismo, que media España odia a la otra media y que la única manera de evitar una guerra es votarlos a ellos. Ya se darán cuenta de que si no están en el poder es, precisamente, porque aquí la gente lo que no quiere es meterse en guerras.
No os desespere la actitud como aturdida del PSOE, siempre temeroso del qué dirán, que, como ayer con diamantina exactitud dijo Fernando Savater, confunde la paz con la tranquilidad, y que una y otra vez cae en la trampa de dar notoriedad a lo que sólo ha de arreglarse con silencio. Pronto caerán en lo que todo el mundo ve: que están tratando con adolescentes amamantados en el odio, no con representantes de nada.
Pero, sobre todo, amigos, no penséis que el sainete que se avecina el sábado es reflejo de la poca importancia que concedemos a vuestros compatriotas: son, por así decirlo, vicios de la prosperidad. Aunque no vayamos a ningún paripé, somos muchos los que sentimos su asesinato, y los que deseamos que algún día vuestros hijos se hagan grandes profesionales, accedan al poder y lleven vuestra voz al Parlamento, y allí nos recuerden a todos que una vida vale más que cualquier sondeo electoral.

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