19.9.07

ÓSMOSIS


Diario de Teruel, 20 de septiembre de 2007

Gennaro Gattuso, centrocampista del Milan y de la selección italiana de fútbol, ha declarado que antes de cada partido lee a Dostoievski. Después lo ha matizado: “Es un pequeño rito para quitarme la presión. Leo en voz alta porque así pierdo el hilo y pienso en otra cosa. Siempre me dejan algún periódico o el calendario de la Liga en el vestuario, y un día me encontré un libro de Dostoievski”. Es decir, que Gattuso lee por ósmosis, que es como leen los fanáticos. No se entera de lo que lee, pero alimenta su espíritu. Lo que no sabe Gattuso es que, sin tener ni idea de lo que sale por sus labios cuando leen, el animal que, según sus palabras, lleva dentro es una criatura dostoievskiana. De hecho, si Gattuso habla y juega al fútbol “con tal alto grado de franqueza, con tal espíritu de sacrificio e inmolación” es, sin ningún lugar a dudas, porque lo ha leído en Los hermanos Karamázov. Otra cosa es que él no se haya enterado, porque, si, como asegura, le diera igual un calendario que un periódico de Berlusconi, su fútbol no tendría nada que ver. Un tuercebotas como Gattuso, si leyese, pongamos, el Marca, no llevaría dentro un animal sino una docena de topicazos con que contestar al periodista. Si leyese un periódico de Berlusconi, estaría más pendiente de recortarse la sotabarba que de segar el césped con la pantorrilla. Y en Gattuso, como decía Tolstoi, todo es lucha.
Pero la influencia de Dostoievski le ha llegado tan dentro que, siendo natural de la bucólica Calabria, declara que no juega ni vive en España porque aquí “se trabaja poco”, algo que no es culpa de las brumas industriosas de Milán sino de esa desgarrada sinceridad con que el jugador acepta su destino. En la época en que los monjes italianos leían en voz alta para enterarse de lo que leían, en la lengua de Gattuso crecieron dos palabras distintas para referirse al trabajo. En el norte se decía lavorare a lo que en el sur se llamaba traballiare, palabra esta última que significaba, literalmente, atormentar a alguien atándole las muñecas y los tobillos a un aspa, y boca abajo, como a San Pedro. Ni que decir tiene que nosotros aquí no nos levantamos para laborar sino para trabajar.
Y eso es lo que le jode a Gattuso. Sobrevalora el espíritu de sacrificio porque gracias a él se ha hecho rico, y porque salió de su pueblo con un complejo de no entender lo que leía que sin embargo, gracias al gran Fedor Dostoievski, se convirtió en el espíritu que necesita una estrella del deporte. A lo mejor, oiga, es por ahí por donde podemos convencerlos de que lean. Aunque no se enteren de nada.

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