21.4.08

FOLKLORE


El jueves pasado publiqué en Diario de Teruel una bernardina sobre la Muestra de Folklore, que la semana pasada cambió de dirección, de objetivos y, a lo que se ve, también de presupuesto. Hoy lunes, en la sección de Cartas al Director, se publicó una que dice muy poco de mi capacidad para expresarme. Copio ambas piezas:

Himno
El verano pasado tuve ocasión de comprobar cómo, tras la muerte de Ramón Calvé, Marisa García y su equipo se batían el cobre para sacar adelante la Muestra de Folklore, no sólo por lo complicado que resulta montar semejante pollo sino porque me dio la sensación de que para las arcas públicas el asunto ya no era prioritario. Ahora Marisa y los suyos lo dejan y es de desear que al cabo del realojo la criatura no encoja ni se esfume y que María José Valero, su nueva directora, se encuentre con las condiciones precisas para evitarlo.
Espero que una de sus primeras decisiones sea quitar el himno que sonaba todos los años en la apertura, una cosa blanda y bienintencionada, tirando a ingenua, que hablaba de la unidad de todos los pueblos y de una sola tierra y una sola raza y yo qué me sé qué más. Lo empezaron a usar en los tiempos en que los únicos extranjeros que se veían por Teruel eran rusos que bailaban en cuclillas y sonrientes caribeñas que hacían olas con sus faldas de colores. Siempre tuve la sensación de que a la Muestra, al principio, venían los equivalentes de los Coros y Danzas de cuando Franco. En septiembre había muchos países del Este, y yo creo que la simpatía que tengo hacia todo lo eslavo nace un poco de ahí. Luego se hizo grande y en la última edición estaba entero el Mediterráneo, pero aún quedaba una de aquellas asociaciones como soviéticas que conocían mundo bailando jotas. Lo supe porque vi aparcar junto al Poli un autobús destartalado, de primeros de los setenta, y a unos jóvenes pálidos que miraban desde dentro.
Estos últimos años resultaba edificante verlos desfilar entre compatriotas afincados entre nosotros que pondrían sus matices a los buenos deseos del himno aquel. De pronto la Muestra no era un catálogo de exotismos sino los bailes regionales de nuestros vecinos invisibles. La inocencia con que está escrito ese himno acaso ya no pegue con los tiempos. Mejor que lo quiten y se lo regalen a Marisa y a todo su grupo, con una felicitación añadida por lo bien que lo hicieron, incluso por haber mantenido el himno todos estos años, por agarrarse siempre a su significado, y que lo sustituyan por una cosa neutra, sin palabras de otra época, algo que no haga sonreír a los extranjeros que lo entiendan.

Y la disgustada lectora escribió lo siguiente:

Disgusto con Castellote
Por Maite Bravo

Leo Bernardinas de Antonio Castellote. Su título Himno. Al terminar su lectura siento disgusto y rechazo. Me pongo a analizar por qué me ha dado este malestar. Es lo primero que veo escrito, sobre La Muestra de Folklore tras el anuncio público, el pasado día 14, por parte de Marisa García de dejar su organización. En el primer párrafo nos dice A. Castellote que el año paso tuvo la sensación de que para el Ayuntamiento La Muestra dejaba de ser prioritaria. (Pero por otra parte desea que la criatura no encoja). Creo que aquí está la explicación de por qué Marisa García y su equipo han abandonado algo tan entrañable para ellos. Se cerró el grifo. La nueva criatura, por muy en forma que esté Mª José Valero, nacerá raquítica.
El segundo párrafo ya es un pim pam pum dirigido a lo que A. Castellote llama Himno. Pues para mi es toda una declaración ideológica del por qué de La Muestra. Más adelante dice que la inocencia con que está escrito el himno ya no pega con nuestros tiempos. Que lo sustituyan por una cosa neutra, sin palabras de otra época. Efectivamente, estas son las dos cosas que más me han molestado (hay otras, pero las dejaré para otra ocasión).
El recorte económico para la cultura. Todo lo que no sea rentable económicamente, fuera. Andamos en tiempos mercantilizados. Qué importa la belleza, las cosas auténticas. Y la segunda cuestión es ¿quién quiere utopías? Ideales ¿para qué? ¿Compromisos? Precisamente esto es lo que hacía especial a La Muestra... la nuestra. Su idea de que el folklore puede ser un instrumento de conocimiento de otros pueblos y así aprender a ser tolerantes y a vivir en paz. En fin, como decía Walt Whitman "No dejes nunca de soñar, porque en sueños es libre el hombre".

No me gusta entrar en estas minipolémicas que para lo único que sirven es para resolverte el artículo del jueves, pero en este caso tengo una duda metódica. ¿Qué habría dicho Maite Bravo si llega a saber que el himno ese del que hablo lo escribí yo?

1 comentario:

  1. Anónimo1:33 p. m.

    en serio?

    fantástico ! tu articulo se crece .

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