2. Preparación del terreno. Los diferentes cultivos dependen del lugar.
Por primavera, cuando en las montañas blancas
el hielo se derrite y la gleba reseca
se deshace con el viento, entonces empiece
el toro a gemir con el aladro bien hundido
y en el surco a brillar la desgastada reja.
Cumplirá los votos del labriego codicioso
solamente aquella mies que haya sentido
por dos veces el sol, por dos veces el frío.
Antes de romper terreno ignoto con el hierro
hay que conseguir información sobre los vientos,
de cómo son las variables costumbres del cielo,
los cultivos de siempre, los hábitos del sitio,
qué se da bien en la zona, y qué no se da.
Aquí se cría hermoso el cereal, allí
mejor la uva y más allá plantones de arbolillo
y semillas que verdean sin ningún cultivo.
¿No ves el Tmolo los aromas de azafrán
y la India el marfil que envía y los flojos sabeos
su incienso; y los Cálibes desnudos, sin embargo,
sacan hierro y el Ponto fétido castóreo
y el Epiro triunfos de las yeguas elideas?
Siempre impuso estas leyes la naturaleza,
normas eternas para sitios determinados,
desde aquella época en que Deucalión
arrojaba las piedras a un mundo vacío
de las que nació la dura raza de los hombres.
Vamos, entonces, que labren los bueyes forzudos
la gruesa tierra ya desde los meses primeros
y cueza el estío los terrones polvorientos
con el esplendor del sol. Si es infecunda la tierra
basta levantar un surco leve bajo Arturo,
que allí los frutos no se arguellen con las hierbas
y aquí a los yermos no les falte el agua escasa.
Virgilio, Geórgicas, I, vv. 43-70
Gracias por estas traducciones!!!.
ResponderEliminarSon una gran oportunidad para disfrutar de textos tan bellos.
Un saludo,
Nono.