3.6.07

MATERIALES MODERNISTAS, 8

Las nuevas tecnologías coartan la creatividad. No tengo excusa para no zamparme todos los números de El Mercantil de Teruel correspondientes a 1912, año de autos. Empecé situando el folletín en 1906 porque fue un año muy caliente, pero luego lo trasladé a 1908 porque fue cuando regresó Monguió a Teruel, y más tarde a 1912 porque es entonces cuando se levanta la Iglesia del Salvador en Villaspesa, pero sobre todo el primer año, después de 1906, del que la hemeroteca digital guarda una colección completa de periódicos. También 1912 es el año en que florecen en Teruel más casas modernistas, en la estela de la que en 1910 supuso su, quizá, gran obra civil, la casa de Ferrán (quien, por cierto, andaba a la greña con la redacción de El Mercantil). Es decir, que prefiero coger a Monguió cuando ya ha triunfado en su regreso a Teruel. Es entonces, en medio del triunfo, con encargos de los burgueses más pimpantes de la ciudad, cuando llega Roser, mi heroína.
El nombre de Roser reúne las tres características que buscaba: es catalán, no empieza por a y es nombre de flor. Es terrible pasarse un libro entero escribiendo para Ana. Roser, que se pronuncia, más o menos, russé, suena catalán aunque lo pronuncies en castellano. Las dos erres obligan a pronunciar una s más vibrante y es casi obligado pronunciar la o y la e como se pronuncian las anchas vocales catalanas. Y no sólo es nombre de flor sino de flores, de plantas. El rosal genera flores, las rosas se marchitan y se mueren. Las espinas no están en la rosa sino en el rosal, y también los capullos. Decidido.
El periódico El Mercantil trae algunas secciones fijas: el horario de misas, los anuncios de comercios de la capital, el número de reses que han llevado los tablajeros al matadero, un comentario sobre la cuestión de Melilla, algunos artículos verdaderamente crípticos en los que se habla de un asunto sin mencionarlo, como si fuera un artículo escrito en voz baja; además de un cuento pésimo cada día, de una melosidad muy poco sicalíptica, algún artículo de curiosidades y notas parisinas, programas de actos del Círculo Tradicionalista de Teruel, lleno de jaimistas aficionados a la ópera, o elogiosos e inacabables comentarios a la decisión del Pío X de que en Semana Santa sólo se cantase gregoriano, un asunto que da pie al autor a resumir en dos columnas la historia de la música occidental.
A los seis o siete números ya sabes unas cuantas cosas: quién manda en la ciudad, quién tiene el dinero en la ciudad, quién es tan célebre como para que salga en el periódico que ya se le está pasando el catarro, o para que se celebre con una esquela que ocupa toda la primera página el decimo tercer aniversario de don José Torán (su viuda fue la que sufragó la iglesia del Salvador). Los delitos más comunes en los pueblos son por robar la madera o por amenazar a alguien con un cuchillo, y todos los días, cuando llega la primavera, se repasa la situación en las minas inglesas de carbón, una huelga monstruosa que está diezmando las fuerzas de los trabajadores.
En fin, que se llamará Roser, y leerá el periódico.

2 comentarios:

  1. Pues a mí... Roser...
    No es que sea feo, pero sí, tal vez, demasiado catalán.
    Mucho mejor Rosario que participa de los detalles florales de la anterior pero, a la vez, tiene un toque a incienso que da algo de morbo. A mí me lo da.
    Y puestos a morbosos ¿qué tal Sagrario?
    Puede leer el periódico, pero nadie que no tenga la llavecilla sabrá que hostias guardaq en su interior... aaahhh.
    Un abrazo.

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  2. Quizá tengas razón. Rasario me recuerda a esa mujer morena que dibujaste para una bugonia sobre La mujer morena. ¿Tienes aquellas ilustraciones a mano?
    De todas formas, en cuanto escriba Roser media docena de veces sabremos si funciona o no. Lo de Sagrario es muy tentador. ¿Qué tal Angelita de la Cruz?
    ¡A ver esa cabecera para el nuevo folletín! Nos vemos.

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