24.1.10

Teócrito, El Cíclope

Hablando de Polifemo (un tema que no sólo me interesa porque Góngora escribiera un maravilloso poema, sino por el folletín del año que viene, si es que lo empiezo), esta tarde me ha apetecido leer el idilio XI de Teócrito, cuyos primeros veinte versos, más o menos, dicen así (igual me da por traducirlo entero, no sé):


1

Ninguna medicina cura el mal de amores,

Nicias, ningún ungüento, creo yo, ningún emplasto;

Las Piérides tan solo: hay una dulce y suave

que a todos da remedio, no fácil de encontrar.

5

Yo sé que la conoces, tú que eres buen médico

amén de favorito entre las nueve Musas.

Así al menos halló alivio nuestro Cíclope,

el viejo Polifemo, cuando por las mejillas

y el mentón la barba apenas le apuntaba

10

y se enamoró de la bella Galatea.

Su amor no era cosa de manzanas ni de rosas

ni rizos del cabello, sino ataques de furia.

Nada le importaba. Muchas veces al redil

solas del verde prado volvieron sus ovejas.

15

Y él se consumía cantando a Galatea

desde el amanecer por la ribera algosa,

con la más cruel herida dentro de su corazón,

el dardo de Afrodita clavado en las entrañas.

Mas encontró el remedio, y en una alta piedra

20

mirando el mar sentado esta canción cantaba:

2 comentarios:

  1. Justo cuando llega el remedio para el mal de amores, interrumpes el poema...Me obligas a continuar la lectura por si rebota un dardo de Afrodita y "me se" - como decimos los maños- clava en el corazón. Aunque la cantemos mal, ¿también nos sanará?

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  2. ¡Ah! ¡Qué recuerdos de esas clases de Literatura Grecolatina de los viernes a última hora!
    En verdad las añoro, Antonio.

    Elisa.

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