29.6.06
Folletín
Aviso a bernardinos desocupados. El próximo sábado, primero de julio, colgaré el primer capítulo de Los ojos del río, el folletín que este mes de agosto, si lo acabo y me gusta y le gusta al que lo tiene que publicar, aparecerá en el consabido Diario de Teruel. El año pasado hice lo mismo con Fabricación británica, también empecé el 1 de julio y la cosa, sorprendentemente, quedó terminada a su debido tiempo. También este año el folletín irá ilustrado por Juan Carlos Navarro, que espera con el lápiz en la oreja a que le diga de qué coño va la historia. Pero la historia no va hasta que no empieza, y hasta entonces ni yo mismo sé ni quiero saber gran cosa.
Se trata más bien de bailar encadenado. Los términos tácitos del contrato estipulan que la acción suceda en Teruel, eso es todo. Yo he añadido el agua y el frío, el agua porque, cuando me lo propusieron, yo estaba muy metido en cosas de balnearios. Y el frío porque el año pasado la situé en pleno verano, y acabé derrotado por el calor. Quería presentar esta vez una pieza más refrescante.
Al contrario que el año pasado, que era un relato histórico y había que decorarlo todo con cortinas de terciopelo, este año utilizaré una documentación indirecta. El año pasado mi mesa era un baratillo de libros de historia y mapas de excursionista, poemas románticos y diccionarios de botánica. Este año leo a Galdós, sencillamente, y no porque la acción la vaya a situar en el siglo XIX (más bien tiene un toque futurista) sino porque después de leer Fortunata y Jacinta seguí con El amigo Manso, y luego con La familia de León Roch, y para mí es como no perder el contacto con lo que de veras significa una novela: mostrar un mundo que parezca real, y esconderse detrás de los cortinones siempre que sea posible.
Este año hay muchas probabilidades de que me la pegue. El punto de partida es longitudinal, me siento un poco funambulista. Pero los tres o cuatro que leéis este blog no haréis juicios severos cuando, a los dos días de empezar, el silencio lo cubra todo como con un manto de nieve.
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No sé si te la pegarás, pero has despertado mi curiosidad.
ResponderEliminarDon Benito era presente, como bien dices, casi como si estuviera escondido detrás de las cortinas y tomase nota en un cuaderno o en una memoria prodigiosa (en esa época no había grabadoras con USB, me cachis).
El futuro, el frío, D. benito y el agua... Lo tienes difícil
Se que como aragonés te he condenado a conseguir el objetivo con esta frase de desafío