28.10.06

Casting


El próximo día 6 estrenan en España Todos los hombres del rey, segunda versión cinematográfica de la novela con la que Robert Penn Warren ganó el Pulitzer en 1947 (en ese año, en España, el Premio Nacional de Literatura fue para Vicente Escrivá...). La novela es espléndida. Anagrama la ha reeditado por la llegada de la película y con el subterfugio de que es una edición restaurada. Da igual. La novela sigue siendo espléndida y es algo así como el paradigma de cierto tipo de clásicos norteamericanos del siglo XX, construidas con férreas estructuras cinematográficas y recubiertas de un impetuoso lirismo épico que sólo se detiene ante la posibilidad de aburrir.
Datos aparte, que no tengo sitio, la estoy leyendo estos días y espero el estreno con un cierto escepticismo, y todo por culpa o gracias a mi falta de información. Vi la novela reeditada y empecé a leerla, pero a mitad de lectura un amigo me comentó que iban a estrenar una película protagonizada por Sean Penn. Seguí con la lectura pensando que Sean Penn era el narrador, Jack Burden, un periodista sureño de buena familia que trabaja al servicio del gobernador Willie Talos.
De todos modos, la conciencia de quién va a protagonizar una película mientras te estás leyendo la novela en la que está basada entró en colisión con el tipo de personajes que yo me había imaginado desde el principio, y que tienen que ver con el mundo de Edward Hopper o con los pintiparados actores de Robert Rossen, sobre todo Broderick Crawford, pero no, ciertamente, con Sean Penn y sus formas afiladas.
La sorpresa creció cuando me entero de que Penn va a ser Willie, el palurdo que aprende retórica a palos y se convierte en un benefactor chapucero, practica un paternalismo mafioso y siempre da la sensación de que está a punto de estallar “con su cara un tanto bovina y sus ojos saltones”, escribe Warren, con sus trajes sudados y esa forma de subirse los pantalones que tienen los que ya han echado barriga. Por momentos lo veía como John Goodman, o por lo menos como Rusell Crowe.
Veremos qué pasa. Estoy deseando comprobar cómo han metido el monólogo de Willie con su teoría de que el buen gobernante debe ir por delante de la ley, y que a unos votantes satisfechos no les puede molestar demasiado que su candidato sea un matón.


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