11.10.06

Verdad


Diario de Teruel, 12 de octubre de 2006

Casi recuerdo mejor las ferias de otoño que las de San Isidro. En otoño fue aquel toro de Martínez Benavides, el que subió a Paula a los cielos, y también los naturales de Esplá al toro de Adolfo Martín que había mandado al Califa a la enfermería. Será que recuerdo mejor sin sol, que todo me parece más hondo y más cercano, y por eso estas tardes azules de octubre, limpias, encapotadas, con una leve media luna de sol en los altos del 6, tibio sol naranja de atardecer, me resultan más íntimas que aquellas tardes de moscas, claveles, abanicos y un estomagante exceso de fulgor.
De esta última feria me llevaré el recuerdo de cómo vi a un muchacho aprender algo. Miguel Ángel Perera, el más nuevo de la terna, había irritado al personal con el toreo despegado y sin sustancia que se practica ahora. Como es un buen mozo, estiraba el brazo y más que torear parecía que estuviese pescando. Le pitaban los que estaban seguros de que podía dar más de sí, porque la mayoría, cuando ve que un torero se alivia tanto ya tan joven, lo da por perdido y se calla. “¡Esa pieeerna!”, gritó un aficionado contumaz. A mi lado había un muchacho aún más joven que Perera. Era su primer día en Las Ventas y yo le traducía las amonestaciones que venían del 7. “Se refiere”, le dije, “a que la pierna contraria, la que carga la suerte, es la que rompe la trayectoria natural del toro”. El muchacho espectador afinó la vista y desde entonces vi dibujadas en sus ojos las líneas maestras del toreo, ese momento sagrado en que notas que alguien aprende a mirar.
Miguel Ángel Perera recibió al sexto y dejó perfectamente claro que había oído al de la pierna. La faena le salió intensa y atropellada, arrojada y confusa, pero Perera no quitó la pierna, y su sencilla firmeza delante de un toraco peligroso cundió como una llama en los tendidos, que de inmediato se pusieron de parte del matador. Mi compañero de tendido y yo aplaudíamos convencidos, y también el de la pierna, cómo no. Entonces, mientras el público respetuoso esperaba la salida de los matadores, traté de explicarle a mi joven compañero de tendido lo que, en términos taurinos, significa la palabra verdad.

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