6.4.20

La contagión, 22


Para celebrar el Domingo de Ramos, me puse a ver El gran silencio, que es mi Ben Hur particular. Al contrario de lo que dicen los fanáticos que lloran cuando llueve, esta Semana Santa puede ser la más auténtica de nuestras vidas, llena de recogimiento. Al catolicismo verbenero y al turismo los ha hecho polvo, pero a la religión la ha despojado de sus cirios y sus trompetas y la ha dejado en lo que es, silencio y soledad. Las iglesias católicas llevan mucho tiempo tragando con la desacralización del rito. Entre los severos pasos zamoranos y la ruta del tambor hay mucha fiesta y poca fe, tanto que da la impresión de que sin catarsis popular se corre el riesgo de que no quede nada. En Sevilla han puesto cámaras fijas en la imagen de una Virgen, para que la gente ore, pero el resto de cadenas repetirá las procesiones del año pasado. Las audiencias darán una idea más exacta de la situación del catolicismo en España que los certificados de bautismo.
Y eso no tendría por qué ser así. Es tiempo de mística, de castigar el cuerpo hasta que le entre el síndrome de Estocolmo y ya no quiera abandonar su celda. Si algo se aprende en esta película de tres horas y media en la que no ocurre nada es que el aburrimiento es una debilidad, no una condena. Los monjes siempre están haciendo algo, aunque sea meditar, y nunca pasan muchas horas sin cambiar de faena. Se les pasa el tiempo hasta que el tiempo es una unidad superior en la que uno flota sin memoria de los días. Salvo para quienes están sufriendo de verdad, esta sería una buena ocasión para que la iglesia se aplicase en propagar las virtudes de no salir de casa, de las que ella siempre ha obtenido pingües beneficios espirituales.
Esta año vamos a ser todos un poco protestantes, más rígidos y austeros, más obedientes y resignados. Además, conforme pasan los días, necesitamos ser buenos, no aburrirnos y ser buenos, tener la celda limpia, el hábito planchado, las manos esmeradas de tanto lavarnos con jabón Lagarto. Es el gran momento de que la Iglesia llame a su seno a los aburridos, y los conforte con misterios profundos y éxtasis caseros. Y nada de procesiones repetidas: el San Juan de Saura entre semana, y los domingos por la tarde, la Santa Teresa de Concha Velasco.

1 comentario:

  1. Anónimo3:43 p. m.

    Los jardines de los monjes

    https://www.iberlibro.com/servlet/BookDetailsPL?bi=30251043345&searchurl=sortby%3D17%26tn%3DLos%2Bjardines%2Bde%2Blos%2Bmonjes&cm_sp=snippet-_-srp1-_-title5

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