15.2.24

Quema

Cuaderno de invierno, 57


Cada año viene al terreno de más abajo un señor que prende fuego a los ribazos de ambos lados del bancal y se sienta en un cajón a contemplar cómo avanzan las llamas sin salirse de su recorrido. De vez en cuando se levanta y con una rama apaga una llama que, supongo yo, podría soltar alguna chispa que prendiera en el talud de más arriba. Luego acude a otro extremo del ribazo y vuelve a encender, y cuando espesa la humareda me doy cuenta de que por allí se ha levantado un poco de viento que mantiene las primeras llamas lejos de los cerezos que cultiva el vecino. Vuelve a sentarse, se enciende un cigarro y espera que el fuego siga su curso. Si cambia el viento, el señor se vuelve a levantar y sofoca las llamas que han llegado a cierta altura, poca, ciertamente, porque la quema es humo y cañas que crepitan al arder, pero no hay llamaradas que se enrosquen hacia el cielo ni fogatas que puedan extenderse, todo lo contrario de otros vecinos que siempre se confían más de lo debido y acaban teniendo que echar mano de mangas y calderos. Este señor, en cambio, no veo que use agua. Su única herramienta es la rama con la que a veces apaga el ribazo que se puede desmandar y el cigarro con el que vuelve a encenderlo después. Entiende el viento, se sabe orientar en la humareda. No sé si es el dueño de la finca o uno de los tres o cuatro agricultores que van con sus máquinas labrando para unos y otros, quizá sea un especialista con nombre y todo, el quemador, el rastrojero, qué se yo, pero todos los años, cuando viene, me da la misma sensación de que sabe lo que se lleva entre manos.
Río arriba quemó unos carrizos que habían crecido en el lecho de un ramal de la acequia. Antes de que se consumieran los cañutos, alguien echó el agua y el resultado es un fondo negro con reflejos y espigas hirsutas que al margen de los campos que riegan y separan componen un ejercicio de expresionismo abstracto. La naturaleza sin contexto tiene siempre un atractivo misterioso. Este señor ignora que su tarea eficaz, medida, sobria y aseada deja curiosas obras de arte por el campo. Quizá lo sepa. Quizás es eso lo que mira mientras fuma.

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