Geórgicas, III, 138-156
Al menguar los cuidados de los padres, aumentan
los de las madres. Cuando vagan preñadas,
con los meses cumplidos, que nadie las enyunte
a los pesados carros ni consienta que retocen
ni que echen a correr por la pradera, ni naden
sobre las aguas bravas. En sotos despejados
deben pacer, y orilla de ríos caudalosos
donde hay musgo y riberas cuajadas de verdor, 
y las cuevas les sirvan de refugio y las peñas 
su sombra les extiendan. Por los bosques del Sílaro, 
por el río Alburno, verde de tanta encina, 
abunda mucho cierto insecto volador
cuyo nombre romano es asilo y los griegos
por estro tradujeron, áspero, estridente,
que espanta al rebaño y lo pone en desbandada;
el aire se enfurece, lo agitan los mugidos, 
y al bosque y del seco Tanagro a la ribera.
Con este monstruo Juno descargó una vez
su saña horrorosa contra la hija de Ínaco, 
la novilla: su ruina tenía meditada.
Apártalo también de las hembras preñadas,
pues más violento ataca con la fuerza del día;
sácalas a pastar nada más que salga el sol 
o cuando las estrellas conducen a la noche.

Está muy en boga el tema del cuidado.
ResponderEliminarDesde siempre territorio ocupado por la mujer y hoy reivindicado por el hombre, según Erik Pescador y otros, por las nuevas masculinidades en la lucha contra la violencia machista