28.6.06

Apostasía


Las religiones en general y la Iglesia Católica en particular tienen el vicio de pensar por los demás. Su adaptación a la jerga democrática sólo ha servido para que hablen sin descanso de la inmensa mayoría de los españoles, de todas las familias españolas, de el clamor popular y otras sandeces habituales en quien sigue pensando que los demás son rapazuelos necesitados de amparo permanente y alguna que otra mentira piadosa. Incluso se arroga palabras que no le corresponden, como cuando el portavoz de los obispos dijo, antes de que el tal Blázquez corriese a desmentirlo (vaya coordinación), que iban a tratar el problema de España "en su dimensión moral", con esa soberbia tan característica de quien identifica la moral con la religión, la religión con el catolicismo y el catolicismo con el Partido Popular.
Esta forma tan sonora de actuar, esta retórica de campanario ha querido exhibir sus poderes (y multiplicarlos por setenta veces siete cuando se trate de dar cifras) en el Encuentro de las familias, en Valencia, tierra del PP pero nada más lejos de una sociedad ovejuna y consentidora. La gente, por fin, ha empezado a organizarse para pedir la apostasía, a espolsarse la identificación obligatoria, a defender los derechos de su sagrada individualidad con respecto a cualquier dios, a cualquier patria y a cualquier rey.
No sé cómo estará ahora, pero cuando fui a pedir la apostasía al Obispado de Teruel, ya ha llovido, me echaron de allí con cajas destempladas. “Eso es imposible”, dijo el cura mientras me daba con la puerta en las narices. Así que habrá que ir a la Organización de Consumidores de Usuarios y presentar la misma denuncia que cuando un banco se niega a que lo abandones y sigue cobrando comisiones por la cara. La comisión de Benedicto XVI es la España mayoritariamente bautizada, la región mayoritariamente religiosa, las familias mayoritariamente cristianas, falacias todas que sin embargo son su principal método de subsistencia.
Además, como los valencianos tienen gracia, este movimiento por la apostasía está encontrando en las camisetas un buen púlpito para el ingenio. “Yo no te espero”, dice la más conocida. Pero ayer vi una estupenda: “Rita, ¿el Papa sabe lo tuyo?”.

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