9.12.07

GUERRA Y PAZ 9


Libro III, 1ª parte

Conforme iba escribiendo en un cuaderno Moleskine lo que me sugería Guerra y Paz, me podía la pereza de transcribirlas después en este blog, pero sobre todo la necesidad de rescribir lo ya sabido, porque una de las ventajas de Guerra y Paz es que molesta mucho salirse del río para ir tomando notas en la orilla. Por eso prefiero copiarlas tal cual, sin posteriores reorganizaciones, sin tener en cuenta lo que pasará después. Este viaje por Guerra y paz lo es de un lector que no quiere interpretar nada, del mismo modo que un viajero no utiliza métodos científicos para describir la geología del país, sino que se limita a tomar, de vez en cuando, algún apunte del natural, o alguna reflexión a lápiz.

La reflexión sobre la causalidad histórica es efectista pero poco práctica. Sí, sabemos que cada movimiento de la Historia exige millones de causas, la mayoría de puro azar. Sin embargo, ¿basta eso para explicarlas?
La primera imagen de Napoleón es más eficaz. Cuarenta ulanos polacos muertos en el Fístula en su intento de agradar con su arrojo al Emperador antes que decepcionarlo con su prudencia. Napoleón condecora al coronel polaco que dirigió semejante insensatez.
Así entra Napoleón en escena. Me ha sorprendido que recurriese a ciertos gestos que siempre me había imaginado en gente como Cabrera, el tópico del hombre ensoberbecido hasta más allá de cualquier límite. Napoleón, en fin, se ríe de Bálashov, el emisario ruso, y acusa a Alejandro de aliarse con sus enemigos. Tolstoi da la imagen de un hombre a merced de la descontrolada furia que genera su egolatría.
Una frase para recordar. Napoleón, con siniestra simpatía, departe con Bálashov y le pregunta curiosidades de Moscú, por ejemplo cuántas iglesias tiene. Cuando Bálashov le contesta que más de doscientas, Napoleón finge sorprenderse: “¿Para qué tantas?... En ningún lugar de Europa existe algo semejante”. “Perdone, Su Majestad”, dice Bálashov, “pero además de Rusia está España, que tiene también muchos conventos e iglesias.
Por su parte, el príncipe Andrei va detrás de Anatole Kuraguin, que huye de andrei como de la peste: primero al regimiento de Moldavia, a Turquía, y después a Rusia. Andrei se relame pensando en su encuentro, pero el desengaño general que se ha apoderado de él nos hace temer que no sea una postura en la que da igual vengar matando que inmolarse. Discute con su padre, que lo echa de casa; no es capaz de entusiasmarse con su hijo, y se apiada de su hermana, la princesa María, hasta el punto de que pleitea con su padre por defenderla.
Lo malo, ya digo, de ir muy por delante en la lectura es que ahora sabemos que se abre, con esa búsqueda de Anatole Kuraguin, un círculo que se cerrará varios cientos de páginas después, cuando nos hayamos olvidado por completo de Kuraguin y su reaparición provoque un espléndido fin de sección.
Pero bueno, de momento Tolstoi disecciona el mundo alrededor del Emperador ruso, un dramatis personae para cada uno de cuyos miembros Tolstoi sintetiza una forma de ver la guerra y la paz. Allí se mezclan los teóricos de la guerra, testarudos y alemanes, con gente como Bagration, para quien en una batalla hay que atacar, no hacer planes: cortesanos que zurcen habilidosos términos medios y otros que temen a Napoleón, o lo admiran, lo cual redunda en un sentimiento de inferioridad. Unos piensan que la guerra es para los militares, incluso que todo retroceso es bochornoso (lo dice Bennigsen, antes de Borodinó), y otros adoran al Emperador y quieren verlo entre las tropas. Frente a estos últimos está el príncipe Andrei: el rey no pinta nada, los planes teóricos tampoco, una postura que luego, mucho después, será grandiosamente representada por el general Kutúzov.
Esta división entre militares y cortesanos, por un lado, y entre teóricos y militares, por otro, será el cañamazo en el que se nos cuente la batalla de Borodinó. Pero, por eso mismo que es un esquema previo, lo vamos a pasar por alto. Mi duda no resuelta es si Tolstoi trató su novela como creía que era necesario tratar una batalla. Supongo que esa será la única pregunta que quiera responder al final.

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