2.3.24

Yerba

Cuaderno de invierno, 73


Vivimos en el entretiempo imprevisible. En mañanas de sol hay que quitarse la zamarra para las labores del jardín, y en las tardes de lluvia meterse en casa, cebar la estufa y mirar por la ventana. Con lo lento que aparentemente ocurre todo, la sensación de estos días es que se echa el tiempo encima. Si se levanta el cierzo hay que dejar la quema y volver a los yerbajos, que algunos empiezan a verdear entre los tallos secos de los anteriores. La mancha del boliche, esos tréboles grandotes, ya parece que se extiende, y no hay manera de bajar al huerto y no volver con colas de zorra pegadas a la chaqueta, que por algo se llaman setarias adhaerentes. En el huerto da cierto gusto arrancar las verdolagas, gruesas, blandas y rastreras, como si fueran de goma, o escarbar un poco en la tierra y buscar con las puntas de los dedos las raíces de la grama, que corren pegadas a las paredes de madera del bancal; cuando has podido agarrar bien agarrados tres o cuatro de estos tallos, estiras con fuerza y salen guías de más de un metro que van abriendo un surco por la tierra. Es lo que más cuesta, porque no basta con estirar desde afuera, como pasa con los bledos, o segarlos con el azadón como a los estramonios, que son grandes como coles, llenos de púas, sino que hay que arrancarlos desde bien abajo. Son como la «zizania in medio tritici», que dice el Evangelio, con aspecto de hierba normal y corriente pero raíces profundas que amenazan con emponzoñar el suelo. 
Lo menos latoso es arrancar las yerbas del arriate de los bulbos, entre los lirios y las dalias, que ahora no son más que un tallo frágil de color cartón. Salen bien porque la tierra es muy fosca, aunque por eso mismo se va descarnando un poco por la parte del ribazo. Mata por mata, yerbajo por yerbajo, a lo que me doy cuenta ya he depilado un buen trozo y el montón crece a la espera de que amarillee y le peguemos fuego. 

Pero da lo mismo, porque vuelve a encapotarse el cielo, caen las primeras gotas y volvemos a dejar a medias la labor. Esta vez han dicho en el parte que hasta puede nevar y todo. Igual me preparo una infusión de estos yerbajos y se me cura la murria.

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