29.6.25

Animal

 Cuaderno de verano, 9


Dicen que nos llega una tremenda ola de calor, como si hasta ahora hubiéramos pasado frío. Pero es verdad que medio país está que se achicharra, por encima de los cuarenta grados, y aquí, salvo a las horas en que el sol aprieta, desde que empieza a subir, a eso de las diez, hasta que la tarde se cubre de sombra, entre las ocho y las nueve, lo mejor que puede hacerse es no salir de casa. La sombra, la brisa noctura y la parra virgen que forra la fachada mantienen una agradable temperatura para sentarse a leer sin necesidad de aparatos de refrigeración. 

Con los perros es distinto. Aún no han terminado de cambiar el pelo y a media mañana ya les cuelga un palmo de lengua, por mucho que se escondan entre los aligustres o se tumben en la hierba húmeda, debajo del nogal o de los cerezos de ramaje impenetrable. Cuando el calor se adueña incluso de las sombras más espesas, se acercan remolones y con la cabeza baja hasta la galería, donde tienen suelo de losas frescas en el que acostarse, un ventilador cenital que mueve el aire y ahuyenta las moscas y otro de pie junto al que ronca Galán hasta que los trinos de los pájaros indican que ya afloja la calor. Morena se tira debajo de las aspas que cuelgan del techo, ella es más delicada y no le gusta que le dé el aire en la cara. Se está tan bien allí que alguna tarde me salgo y me estiro en un futón al lado de Morena, ella chasca la lengua un par de veces como si acabara de bostezar, que es su manera de decir que algo le gusta, y sigue con la mayor parte posible de piel en contacto con la piedra. Los perros tardan en cambiar de temperatura, y Morena, cuando lleva ya un buen rato en ese frescor de patio en primavera, se levanta y sale al sol cinco minutos, hasta que se da cuenta de que no ha sido buena idea y se vuelve a meter. El otro no se mueve del ventilador, salvo que escuche algún ruido distinto de los mil sonidos normales que aunque yo no los perciba él sí registra y examina, y entonces sale a decir aquí estoy yo con sus ladridos, da una vuelta, bebe agua, regresa y se vuelve a tumbar.

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