Igual que las hormigas que cuando pasa la tormenta vuelven a salir del agujero y retoman su labor como si nada, así hemos vuelto a trabajar el huerto, en una pieza que habíamos reservado para plantar judías por San Juan. La tierra estaba ya labrada, pero las fuertes lluvias la habían apelmazado, y después de esparcir un par de sacos de abono lo he ido envolviendo con la laya, de modo que la tierra quedara nuevamente suelta para trazar los caballones.
El primer consejo que se ha de dar a quien cava un surco es que no lo haga mientras lo mira otro hortelano que no sea un buen amigo. Es un instinto ancestral decir que así no se hace, o dar consejos gratuitos, o decir cómo los hacía su abuelo. Lo bueno de la horticultura, por mucho tutorial que infeste las pantallas, es descubrirla por uno mismo e ir puliendo los defectos cada año. Los hay que todavía tienden un hilo atado a dos estacas para no torcerse, como hacen los albañiles, pero quizá esos no utilicen todos los aperos que yo uso: una azada de hoja corta y ancha para cavar el surco, en un sentido y en el otro, de manera que quede lo más nivelado posible; un aporcador de mango largo que dejo caer perpendicular a la cumbrera del caballón para mantenerla recta y afilada; otra azada de hoja larga para ir prensando las paredes, y una última pasada con el interior del aporcador que lo deja niquelado.
Yo he visto a viejos hortelanos que no necesitan ni aplastar siquiera las paredes de la tierra, y con un solo golpe de azada van sacando surcos rectos como velas, que se reirían si me vieran darle tantas vueltas a un montículo alargado que las hierbas y las lluvias van a deformar en cuatro días, por mucho que les pase la legona. Para estos otros goyos tengo siempre la misma respuesta, una frase que se estila por estos pagos: «No tengo otro pito que tocar», con la que se resume que a uno no le apura el tiempo ni le aprieta la necesidad, y que cada cual cava su huerto como le viene en gana. Prefiero, no obstante, guardar los aperos cuando aparece alguno. Tener que dar explicaciones me sienta peor aún que recibir consejos, y además no creo que haya líneas verdaderas que no estén algo torcidas.
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