Geórgicas, II, 288–297
Quizá preguntes cómo de hondo es el hoyo. |
Yo me atrevería incluso a plantar cepas |
en un surco liviano; el árbol que es alto |
se hunde más en tierra, y el que más la encina, |
que se estira tanto al cielo con la copa |
como a la región del Tártaro con la raíz. |
Así no la arranca el invierno, las lluvias, |
las ráfagas de viento: inmóvil permanece, |
a muchos descendientes sobrevive, ve a muchas |
generaciones de hombres pasar mientras perdura, |
y extiende por doquiera sus ramas vigorosas, |
y en el centro sostiene una sombra inabarcable. |
"Así no la arranca el invierno, las lluvias,
ResponderEliminarlas ráfagas de viento: inmóvil permanece,
a muchos descendientes sobrevive, ve a muchas
generaciones de hombres pasar mientras perdura,
y extiende por doquiera sus ramas vigorosas,
y en el centro sostiene una sombra inabarcable"
¡Emociona! Este tío sí que sabía lo que es y vale un árbol. Y tú si que sabes ponerlo en cristiano para que los torpes en latines lo disfrutemos. Gracias.
Juan Carlos Navarro
Buen texto en días de observación de prometedoras yemas.
ResponderEliminarHabría que añadir la cita a la mejor rotonda de Teruel: el grupo en conversación de encinas rodeadas de pensamientos (renovados cada vez que un contratiempo los perjudica). Quiero pensar que hay un jardinero filósofo que planta estos pensamientos o coloca los cipreses antes del desvío del cementerio como preludio del otro camino.
Gracias por tus traducciones.
MJ