Geórgicas, III, 72-94
Igual se selecciona el ganado caballar:
tú al menos procura todas tus atenciones
a aquellos que decidas ya desde potrillos
aparearlos para perpetuar la estirpe.
El potro, si es de casta generosa, bracea
con garbo y pasea altivo por el campo.
Es el primero es en echarse a caminar
y desafiar los ríos llenos de amenazas
y en encomendarse a puentes desconocidos,
y tampoco se espanta con estrépitos vacíos.
Tiene el cuello tieso y la cabeza fina,
el vientre escaso y la grupa regordida,
y enseña altanero los músculos del pecho.
Son buenos los castaños, aparte de los bayos,
y es el peor color el blanco y el ruano.
Si suenan armas lejos no sabe estarse quieto,
le tiemblan las patas y sacude las orejas,
y piafando arroja por los ollares fuego.
Espesa es la crin y al sacudirla cae
por cima del brazuelo; un doble espinazo
le corre por los lomos, y escarba la tierra
y en el casco suena grave el cuerno duro.
Pues así era Cílaro, domado con las riendas
de Pollux Amicleo, y así eran, de cuantos
celebraron los poetas griegos, los dos caballos
de Marte y los del carro del grandioso Aquiles.
Y así era el raudo Saturno, que al encuentro
de su esposa la crin desparramaba encima
del cuello de caballo, y que en su huida
con un relincho agudo llenó el alto Pelión.
Precioso, emocionante
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