Geórgicas, III, 440-473
También
te enseñaré, de las enfermedades,
las
causas y los síntomas. La sarna asquerosa
ataca a
las ovejas cuando la lluvia fría
y el
invierno crudo se meten hasta el tuétano
con sus
escarchas blancas, o si el sucio sudor
en la
piel ya esquilada se quedó adherido,
y
zarzas puntiagudas su cuerpo desollaron.
Por eso
los pastores sumergen el ganado
en
corrientes de agua dulce y el mardano
baña el
vellón mojado entre los remolinos
y se lo
va llevando la corriente; o bien
el
cuerpo esquilado de amargo alpechín
les
untan y añaden azufre natural
y espuma
de plata y pez del monte Ideo
y cera
mantecosa y cebollas albarranas
y
eléboro fuerte y el negro betún.
Pero
ningún remedio presta más a estos males
que
sajar con la faca la boca de la llaga:
la enfermedad
vive y se nutre si está oculta,
si se
niega el pastor a poner las heridas
en
manos de los médicos, y se queda sentado
suplicando
mejores auspicios a los dioses.
Cuando ha
penetrado el dolor en los huesos
de la res
baladora y se torna muy violento,
y
estraga los miembros la fiebre sitibunda,
aún es
mejor sacar la ardiente calentura
sangrándole
la vena que late entre las uñas;
así
hacen los bisaltas y el gelono feroz,
que huyendo
al Ródope y los desiertos getas
leche bebe
cuajada con sangre de caballo.
Si a lo
lejos vieras que alguna oveja
busca
la dulce sombra o cansina mordisquea
las
puntas de las hierbas y va siempre la última
o en
medio del campo se tumba a pacer
y se recoge
sola, ya entrada la noche,
ataja a
escape el mal con el cuchillo, antes
de que
el terrorífico contagio serpentee
por todo
el incauto rebaño. Pues no tantas
tormentas se desatan en aguas
turbulentas
como enfermedades padecen los
ganados.
Que no atacan los males cabeza
por cabeza
sino a la dehesa entera de
repente,
las crías, el rebaño, el
encaste entero,
del primero al último, todos a
la vez.
Lo
sabrá el que mire, ahora, todavía,
después
de tanto tiempo, los Alpes levantados,
las quintas
montañosas que quedan en la Nórica,
los
campos de Yapidia, que riega el Timavo,
y los
reinos desiertos de aquellos pastores,
y a lo
largo y ancho, bosques abandonados.
*
Morborum
quoque te causas et signa docebo.
turpis
ouis temptat scabies, ubi frigidus imber
altius ad uiuum persedit et horrida cano
bruma gelu, uel cum tonsis inlotus adhaesit
sudor, et hirsuti secuerunt corpora uepres.
altius ad uiuum persedit et horrida cano
bruma gelu, uel cum tonsis inlotus adhaesit
sudor, et hirsuti secuerunt corpora uepres.
dulcibus
idcirco fluuiis pecus omne magistri
perfundunt, udisque aries in gurgite uillis
mersatur, missusque secundo defluit amni;
perfundunt, udisque aries in gurgite uillis
mersatur, missusque secundo defluit amni;
aut
tonsum tristi contingunt corpus amurca
et spumas miscent argenti uiuaque sulpura
Idaeasque pices et pinguis unguine ceras
scillamque elleborosque grauis nigrumque bitumen.
et spumas miscent argenti uiuaque sulpura
Idaeasque pices et pinguis unguine ceras
scillamque elleborosque grauis nigrumque bitumen.
non
tamen ulla magis praesens fortuna laborum est
quam si quis ferro potuit rescindere summum
ulceris os: alitur uitium uiuitque tegendo,
dum medicas adhibere manus ad uulnera pastor
abnegat et meliora deos sedet omina poscens.
quam si quis ferro potuit rescindere summum
ulceris os: alitur uitium uiuitque tegendo,
dum medicas adhibere manus ad uulnera pastor
abnegat et meliora deos sedet omina poscens.
quin
etiam, ima dolor balantum lapsus ad ossa
cum furit atque artus depascitur arida febris,
profuit incensos aestus auertere et inter
ima ferire pedis salientem sanguine uenam,
Bisaltae quo more solent acerque Gelonus,
cum fugit in Rhodopen atque in deserta Getarum,
et lac concretum cum sanguine potat equino.
quam procul aut molli succedere saepius umbraecum furit atque artus depascitur arida febris,
profuit incensos aestus auertere et inter
ima ferire pedis salientem sanguine uenam,
Bisaltae quo more solent acerque Gelonus,
cum fugit in Rhodopen atque in deserta Getarum,
et lac concretum cum sanguine potat equino.
uideris aut summas carpentem ignauius herbas
extremamque sequi, aut medio procumbere campo
pascentem et serae solam decedere nocti—
continuo culpam ferro compesce, priusquam
dira per incautum serpant contagia uulgus.
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