El verano pasado, mis amigos Fernando Torrent y Caterina Burgos me hicieron un
encargo peculiar. Acababan de fundir una hermosa versión en bronce del Torico de Teruel,
y querían acompañarla con un díptico en el que incluir, además de las especificaciones
técnicas y los datos de la garantía, una breve reseña de la
leyenda medieval de donde mana la tradición del toro estrellado. No querían
que fuese una explicación estilo wiki, tan frecuente, y me pidieron que
escribiera algo. Puesto que se
trataba de una leyenda de finales del siglo XII, llegué a la conclusión de que lo más
oportuno, y lo menos wiki, era escribir unas cuadernas asonantadas al estilo
del mester de clerecía, por si pudo haber habido entonces algún clérigo que las
glosase. El resultado me lo he encontrado ahora rebuscando unos papeles, y
aunque no son dignas de mi querido don Gonzalo, ni mucho menos hablan su precioso riojano, me ha parecido que tampoco
sonaban mal del todo. Son estas:
Vieron un mar vacío de
blanca y roja tierra
huestes del rey Alfonso, cristianas y guerreras,
brilló luego una luz en
una de las muelas,
serán cuernos ardientes, será mágica estrella,
será el toro que adoran
pueblos de raza ibera,
fulgor que no cesaba con
sol ni con tinieblas,
los regios adalides
dirigen sus enseñas
allá do un toro pace, y
brilla su cabeza.
“Este será el lugar, aquí
habrá villa nueva”.
Era en torno al año de
mil ciento setenta,
el rey Alfonso vino, puso
en Teruel frontera,
como el toro
estrellado, recogida y bella.
Son preciosos. dicen que nadie es profeta en su tierra, pero Teruel no sabe lo que se pierde contigo.
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ResponderEliminarHombre..., que no nos lo perdemos, que también lo valoramos y apreciamos.
ResponderEliminarLa Lucida Blackletter da el pego.
ResponderEliminarAsí es la historia que yo conocí siendo niña. Gracias por compartir
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