16.4.20

La contagión, 32


Stephen King publicó en 1978 The Stand, la historia de cómo un virus creado en un laboratorio se extiende y aniquila a casi toda la humanidad. Al año siguiente sacó The dead zone, en la que se preguntaba qué pasaría si alguien tuviera poderes para saber qué político acabaría apretando el célebre botón nuclear.
El primer presidente que alarmó al mundo entero con su facilidad para tomarse las cosas en broma fue Ronald Reagan, pionero del neoliberalismo salvaje y empeñado en jugar a la guerra de las galaxias. Todavía recuerdo cómo se oían pasar los aviones nodriza desde mi habitación del colegio Cerbuna, mientras en la radio se decía que España no iba a apoyar el bombardeo de Libia. Reagan fue el primer presidente peligroso de la era moderna. A su lado, las marrullerías de Richard Nixon parecían toreo de salón. Y es curioso que en 1983, cuando Reagan ya había enseñado al mundo su perfecta y afilada dentadura, David Cronenberg llevó al cine The dead zone, con Martin Sheen haciendo de político populista enloquecido y el gran Christopher Walken de un pobre maestro condenado a ver el futuro. Sheen encarnaba a un presidente explosivo, a quien solo puede detener Walken porque sabe, porque ve que está a punto de cargarse el planeta.
Los ochenta eran otra cosa. Una película como esa entretenía sin más molestia que la de plantearse hasta dónde iba a llegar el populismo republicano, y volvía a un dilema básico de la ciencia ficción: si uno sabe lo que va a ocurrir en el futuro, ¿sería concebible cambiar el destino? Y, al mismo tiempo, ¿sería ético no cambiarlo? Por aquel entonces no hacía falta tener mala sangre para pensar que The dead zone cuestionaba la tópica honradez de un presidente, y que con Reagan se deshizo hasta tener al mundo en vilo. Luego Reagan, como Tiberio, ha sido rehabilitado por la historia, y aquel miedo a que el mundo entero dependiera de los caprichos de un botarate pareció disolverse mientras las guerras rentables, sobre todo las de la familia Bush, se seguían sucediendo.
Me acuerdo de todo esto mientras escucho a Donald Trump decir que el virus lo ha creado China en un laboratorio clandestino... Imagino que lo que va buscando es avivar la economía a base de guerras exteriores, pero ni en las peores pesadillas de Stephen King (y ha debido de tener unas cuantas) sus macabras fantasías suenan tan verosímiles. 

2 comentarios:

  1. Había olvidado que eres "cerbuno". Algunas noches escucho el helicóptero de la policía por aquí, por el Portillo
    Y en Estados Unidos van degenerando, y en más sitios también.
    Un abrazo

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  2. Trump fue un chiste macabro desde el primer día, increíble la decadencia del norte... recuerdo a Reagan usando el Nacido en USA de Springsteen y éste negándoselo luego ja...

    servirá todo esto aunque sea para debilitar de una vez al neoliberalismo? esperemos que sì...

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