17.10.07

TIPOGRAFÍA

El periódico El País se dispone a cambiar su formato. La tipografía ya no será Times New Roman sino una nueva que se llama Majerit. También dicen que van a dejar de llamarse “diario independiente”, un gesto de honestidad que se agradece y que debería secundar el resto de periódicos generalistas.
La letra Times 12 es la que Bertrand Russell, hace una pila de años, señalaba como tipografía estándar del mundo civilizado. Ahora van a cambiarla por otra “que se lee más deprisa”, con un ‘se’ que, dicho sea de paso, no sé si indica pasividad u obligación, que de todo podría ser. Es el tópico sobado del mundo veloz y de las propias limitaciones como vara de medir. Quien lee un periódico con prisas no lo disfruta, y quien necesita una u otra letra para leer más o menos rápido es que no está muy acostumbrado a la lectura. Bien es verdad que la Times, símbolo del humanismo moderno, se está quedando como tipografía para carreras de letras, para melancólicos y amantes de lo antiguo en general, mientras que la Arial parece reinar en los escritos de ciencias y entre la gente resoluta y muy pagada de sí misma. Yo mismo a veces, tan aficionado como soy a la fisiognómica y a la caligrafía, me intereso por el tipo de letra que usa la gente en su ordenador para matizar algo mejor la impresión que me produce su aspecto. Nunca encontré a un poeta que usase letras futuristas, y después de Russell creo que son pocos los matemáticos que quieren escribir con la tipografía de los novelones.
De todas formas, la ventaja que comparten Times (y similares como Garamond) y Arial (y similares como Verdana) es que son tipografías neutras, signos de presencia desapercibida. En las publicaciones locales, por ejemplo, es muy frecuente que el político de turno, para que quede más bonito, imponga una tipografía exagerada, a veces incluso de colorines, tan bonita que cuesta olvidarse de ella y centrarse un poco en lo que se está leyendo. La belleza y la rapidez dependen de lo que se dice y de cómo se dice, pero de un tipo de letra sólo depende la transparencia, y todo lo demás molesta.
Y en el fondo siempre ha sucedido así. Un grupo de investigadores de Zaragoza (¿!) ha rehabilitado como fuente para el ordenador el tipo Ybarra, del siglo XVIII, quizá la única tipografía clásica española de uso común. Se la ve vieja y algo emperifollada (bellísimas las cursivas), pero también se ve que los tipos son más amplios y están más separados, que ha sido concebida con un propósito de claridad, no de velocidad. Y la verdad es que últimamente la uso y nadie me lo reprocha, nadie se queja de que mis palabras sean más difíciles que antes, ni más lentas, ni menos independientes.

1 comentario:

  1. Leer no es una actividad fácil, como no lo es escribir (aunque todo el mundo piensa hoy que puede escribir un libro mejor que cualquier Nóbel). En estos primeros años del siglo XXI, Ybarra apenas es conocido (ni Didot, ni Baskerville). Tal vez a algunos le suene como marca de una mayonesa, o como un banquero con novia siliconada. Poco más. Siga por ese camino de la lectura lenta y llegará lejos.

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