Geórgicas, IV,
103-115
Mas cuando los enjambres vuelan
desconcertados
y juegan por el aire y descuidan los
panales
y dejan las colmenas frías, no las
dejes que entreguen
sus ánimos volubles a vanos
pasatiempos.
Tampoco cuesta mucho el impedirlo:
tú arráncales
las alas a los reyes; cuando ellos
titubean
ninguna se echará a volar al alto
cielo
y no levantarán del campo las
banderas.
Los huertos perfumados las llamen
con sus flores
de color de azafrán, y con falce de
leña
la custodia de Príapo el
Helespontíaco
proteja de las aves, guarde de los
ladrones.
Aquel que se dedique a tales
menesteres,
él mismo ha de plantar los laureles
silvestres
y el tomillo que traiga de las altas
montañas
todo alrededor de las colmenas; él
mismo
con el duro trabajo se agrietará las
manos,
él mismo ha de poner las plantas más
feraces
en tierra y regarlas con la lluvia
amiga.
No sabía eso de cultivar las plantas que más les gustan a las abejas en torno a las colmenas, pero tiene mucho sentido. ¡Cuanto se aprende con estos romanos!
ResponderEliminarJCarlos