Geórgicas, III, 349-383
No es
así, en cambio, entre los pueblos escitas,
donde
el lago Meotis y el turbio río Istro,
que
arrastra las arenas amarillas, y donde,
cuando
ya ha discurrido hasta mitad del polo,
retrocede
el Ródope. Allí a los animales
los
cierran en establos, que allí no asoma
la hierba
por el campo ni en los árboles hojas;
al
contrario, la tierra se extiende debajo
de
montones de nieve y gruesas capas de hielo
que alcanzan
hasta siete codos. Siempre es invierno,
siempre
los vientos Cauros, que soplan aire frío;
el sol
nunca disipa las sombras desvaídas
ni
cuando a la más alta región del firmamento
tirado
por caballos se aproxima, ni cuando
su
carro precipita y se baña en la roja
llanura
del Océano. En la corriente del río
costras
cuajan de hielo con toda rapidez
ruedas
cargan ferradas las aguas a su espalda
antes
naves llevaban, anchos carros ahora;
los
objetos de bronce se rajan por doquier
sobre
la carne quedan tiesas las vestiduras,
el vino
que fue líquido lo cortan con el hacha,
se vuelven las lagunas duro hielo,
se forman
horribles
carámbanos en las hirsutas barbas.
Entretanto en el cielo no deja
de nevar:
se
mueren los ganados; allí se quedan yertos,
cubiertos
por la nieve, los corpulentos bueyes;
los
ciervos atrapados por la extraña mole
en
prietos escuadrones apenas dejan ver
las
puntas de los cuernos. Y ya no los acosan
echándoles
los perros ni con trampa ninguna,
o
aterrorizados por esos espantajos
de
plumas coloradas: llegándose hasta ellos
les
clavan el cuchillo, en tanto que los ciervos
en vano
apechugan el monte que los para,
y en
medio de roncos berridos los degüellan,
y a
cuestas se los llevan con gritos de alegría.
Pasan
sus ratos de ocio estos hombres en grutas
cavadas
bajo tierra, y acercan rodando
pilas
de robles y olmos enteros al hogar,
y los
echan al fuego. Aquí pasan la noche
entregados
al juego, y muy contentos beben
el jugo
fermentado del ácido serbal
como si
fuera vino. Esta indómita raza
de
hombres sometidos al norte hiperbóreo
azótala
el Euro de los montes Rifeos
y con
rojas zamarras el cuerpo se protege.
*
At non qua
Scythiae gentes Maeotiaque unda,
turbidus et
torquens flauentis Hister harenas,
quaque redit
medium Rhodope porrecta sub axem.
illic clausa
tenent stabulis armenta, neque ullae
aut herbae campo
apparent aut arbore frondes;
sed iacet
aggeribus niueis informis et alto
terra gelu late
septemque adsurgit in ulnas.
semper
hiems, semper spirantes frigora Cauri;
tum
Sol pallentis haud umquam discutit umbras,
nec
cum inuectus equis altum petit aethera, nec cum
praecipitem
Oceani rubro lauit aequore currum.
concrescunt
subitae currenti in flumine crustae,
undaque
iam tergo ferratos sustinet orbis,
puppibus
illa prius, patulis nunc hospita plaustris;
aeraque
dissiliunt uulgo, uestesque rigescunt
indutae,
caeduntque securibus umida uina,
et
totae solidam in glaciem uertere lacunae,
stiriaque
impexis induruit horrida barbis.
interea
toto non setius aere ningit:
intereunt
pecudes, stant circumfusa pruinis
corpora
magna boum, confertoque agmine cerui
torpent mole noua
et summis uix cornibus exstant.
hos non immissis
canibus, non cassibus ullis
puniceaeue
agitant pauidos formidine pennae,
sed frustra
oppositum trudentis pectore montem
comminus
obtruncant ferro grauiterque rudentis
caedunt et magno
laeti clamore reportant.
ipsi
in defossis specubus secura sub alta
otia
agunt terra, congestaque robora totasque
aduoluere
focis ulmos ignique dedere.
hic
noctem ludo ducunt, et pocula laeti
fermento
atque acidis imitantur uitea sorbis.
talis
Hyperboreo Septem subiecta trioni
gens
effrena uirum Riphaeo tunditur Euro
et
pecudum fuluis uelatur corpora saetis.
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